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1ª parte (1895-1930)
_Todo empezó el 28 de diciembre de 1895 en el 14 del bulevar de las Capuchinas de París cuando los hermanos Lumière colocaron un rótulo encima de la puertecilla por la que se bajaba al sótano: “Le cinematographe Lumière. Entrada, un franco”.
_Aquel sótano podía albergar a un centenar de personas, pero apenas se acercaron 33. Quienes asistieron se encontraron con un gran paño blanco y una caja de madera con una lente. La proyección comenzó. Al principio apareció una fotografía pero al momento empezó a moverse y todos se asombraron. “La salida de los obreros de la fábrica Lumière” fue la primera proyección. Las primeras películas apenas duraban 50 segundos, pero en esta primera sesión se proyectó “La llegada del tren” y, al acercarse el tren, algunas señoras gritaron asustadas como si fuera de verdad y otros protestaron porque creían que era un truco de ilusionismo. Pocos días después ya había una gran cola. Era un éxito.
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Meliès, Segundo de Chomón y la fantasía
_Meliès fue una de las 33 personas que acudieron a la primera sesión de cine. Intentó comprar el cinematógrafo de los Lumière pero ante su negativa acabó comprando otro en Londres. Accidentalmente descubrió el primer truco cinematográfico cuando el aparato se atascó y al revelar la película vió que donde había un hombre aparecía una mujer... Descubrió gran cantidad de trucos y se dedicó a realizar películas fantásticas llenas de magia e imaginación desbordantes. Muchas estaban pintadas con colores, a mano, fotograma a fotograma. Entre 1896 y 1915 realizó más de quinientas películas, incluida su obra maestra “Viaje a la Luna”. Como a tantos otros pioneros, el éxito le acarreó imitadores, plagiadores y saqueadores, que copiaban sus películas sin pagarle nada, y acabó arruinado y olvidado hasta que un periodista lo reconoció vendiendo caramelos en una estación de tren. Al final Meliès recibió el homenaje que merecía y fue acogido en una casa de ancianos hasta su muerte.
_Otro gran pionero fue el español Segundo de Chomón, quien vivía en París en 1895 y quedó fascinado por el invento de los Lumière. Aplicó su enorme imaginación al desarrollo del cine, siendo contratado por la compañía Pathé, que quería competir con Meliès, realizando películas fantásticas, dicho sea esto en todos sus sentidos. Realizó películas sorprendentes como “Eclipse de sol” (1905) o su obra más recordada: “El hotel eléctrico”(1905), y fue pionero del traveling, e incluso del morphing pues en “La licuefacción de los cuerpos duros” (1909) convirtió a un hombre primero en un monigote de alambre y finalmente en una masa informe. Dado su innegable talento como fotógrafo, creador de efectos especiales, trucos, e iluminador a color (creó un sistema de coloreado luego conocido como Pathécolor) fue contratado después para trabajar en Italia, donde siguió realizando contribuciones importantes en obras fundamentales del momento como “Cabiria”. Un visionario, un iluminado.
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Acciones paralelas
_En 1903 el cine ya avanzaba por el camino del realismo en películas como “Asalto y robo de un tren”, de Porter, en la que ya aparecen acciones paralelas y primeros planos. Poco a poco el cine se convierte en industria del espectáculo y la figura del productor empieza a ser importante. Mientras, Hollywood es el refugio de los cineastas independientes perseguidos por el monopolio del cine que pretendía explotar Edison. Por otra parte, en Europa, se crea el film de arte con la realización de reconstrucciones históricas como “Los últimos días de Pompeya” (1908), de Maggi y “Cabiria” (1914) de Pastrone, que influyó en Griffith.
_D.W. Griffith entendió que el cine es el arte de contar por medio de imágenes en movimiento y utilizó las imágenes para relatar mejor los argumentos. Incorporó la sensación de velocidad haciendo tomas cada vez más cortas, la angustia, el suspense... Sus dos obras maestras fueron la colosal, exitosa y racista “El nacimiento de una nación” (1914-5) e “Intolerancia” (1915-6), que desarrolla, a través de cuatro historias ambientadas en distintas épocas, la crítica de ese crimen que es la intolerancia. La película arruinó a Griffith porque estaba avanzada a su tiempo: las historias no se narraban una tras otra sino que se cruzaban gracias al montaje, pero “Intolerancia” sigue siendo una de las cumbres del cine mudo. Poco después filmó una obra maestra llena de sensibilidad, y un dramatismo sobrecogedor, en una de las películas que han hecho, hacen y harán del cine una expresión de la poesía de la vida, la inolvidable "Lirios rotos / La culpa ajena" (1919).
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El cine cómico y Charles Chaplin
_El primer film cómico fue “El regador regado”, de los Lumière, pero el cómico más exitoso entre 1906 y 1925 fue el francés Max Linder, también director de "Siete años de mala suerte" (1921) y "Los tres mosqueteros" (1922), que a menudo interpretaba a un caballero en apuros. Después vendrían cómicos como el gran cara de palo Buster Keaton, con maravillas como "La ley de la hospitalidad" (1923), "El moderno Sherlock Holmes" (1924), "Siete ocasiones" (1925) y su obra maestra más recordada “El maquinista de la general” (1927); Harry Langdon, Harold Lloyd en la increíble "El hombre mosca"(1923) y uno de los grandes mitos del cine, Charles Chaplin.
_Charles Chaplin llega en 1914 a ese “agujero escondido” que era Hollywood y en apenas 3 años su talento le lleva al éxito. Tiene 28 años y ya es millonario pero quiere más y exige hacer películas con total libertad, lo que le llevaría lejos del Hollywood industrial. Su humanismo aparecería en films tan críticos como “Tiempos modernos” (1935) y “El gran dictador” (1940). Como Charlot, Chaplin creó un personaje humano, lleno de contradicciones, un vagabundo que no pide ni trabaja porque quiere ser un caballero, un hombre de nuestro tiempo que no tiene familia ni amigos, ni sabe de dónde viene ni adónde va. En Chaplin destaca también el humorismo, con el que nos hace reír cuando nos podría hacer llorar, como sucede en “El chico”, en la que todo el ambiente es sórdido y triste pero Chaplin nos pone una sonrisa en los labios. Chaplin fue perdiendo el respaldo del público y siguió dirigiendo maravillas lejos del Hollywood establecido dada su ideología socialista-comunista.
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El expresionismo
_En Europa se realiza un cine de calidad que une realismo y fantasía. En “La carreta fantasma”, de Sjöstrom, los paisajes y las cosas representan el espíritu de las personas como si tuvieran alma. Los alemanes llevan aún más lejos el expresionismo con “El gabinete del doctor Caligari” (1919) de Wiene, que expresa el mundo como lo siente, no como lo ve. También en Alemania, Fritz Lang dirige sus primeras películas, entre las que destacan “Las tres luces” y “Metrópolis” (1926), auténtico hito de la ciencia-ficción ambientada en un futuro horrible... no tan futuro. Todavía en Alemania aparece la figura de Murnau, quien dirige obras maestras del cine de terror como “Nosferatu”, del cine psicológico como “El último” (1924), y ya en Estados Unidos una película tan sencilla y maravillosa como “Amanecer” (1927), una bella historia de amor. También en EE.UU., el alemán Josef von Sternberg muestra su maestría en el cine negro con "La ley del hampa" (1927) y también con la maravillosa "Los muelles de Nueva York" (1928), y de vuelta a Alemania filma "El ángel azul" (1930), su filme más recordado.
_En la actualidad el expresionismo no ha desaparecido y sigue aún vigente, y con éxito, en la animación, los entrañables, maravillosos y lúcidos dibujos animados, creados por “mayores” que aún conservan la mirada pura y profunda de la infancia.
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El realismo y el surrealismo
_El realismo puro es el documental. En EE.UU., Flaherty explora las regiones árticas y filma “Nanuk el esquimal” (1922). En la Unión Soviética, Vertov realiza el llamado “cine ojo” con películas como “El hombre de la cámara” en las que muestra lo que sucede en el momento en que sucede. El cine realista con argumento tiene en Francia a directores como Feyder y Epstein.
_También en Francia comienza un cine transgresor y vanguardista encabezado por Man Ray, Germain Dulac y René Clair con “Entreacto”, que pretenden expresar ideas y sensaciones sin la narrativa convencional, pero son los españoles Buñuel y Dalí quienes provocan el impacto de “belleza bárbara, elemental, la luna y la tierra del desierto donde la sangre es más dulce que la miel”, como alguien dijo, con “Un perro andaluz” (1929), película sin argumento lógico y convencional compuesta de imágenes oníricas, desagradables, terribles y poéticas que más allá de su provocación expresan una liberación del subconsciente. “Un perro anduluz” marca un antes y un después en la historia del cine. Al año siguiente Buñuel dirige, con la colaboración de Dalí, “La edad de oro”, manifiesto del surrealismo cinematográfico que fue un puñetazo a todo lo establecido, a las convenciones sociales opresoras, al ejército, a la iglesia, a la patria, que acaban ridiculizadas o tiradas literalmente por la ventana. “Un perro andaluz” fue un impacto, “La edad de oro” una declaración de principios que Buñuel mantuvo con coherencia durante toda su filmografía, que él entendía una expresión de poesía como todo aquello que “pueda contener de sentido liberador, de subversión de la realidad, de umbral al mundo maravilloso del inconsciente, de inconformidad con la estrecha sociedad que nos rodea”.
_Mientras, el cine ruso había realizado obras maestras de la calidad de “El acorazado Potemkin” dirigida por Eisenstein en 1925, en la que el montaje consigue momentos de una fuerza y angustia quizá inigualables. También en Rusia, Aleksandr Dovjenko realiza la magistral "La tierra" (1930). El realismo se combinó con la psicología y el expresionismo de manera ejemplar en “La pasión de Juana de Arco” (1928) del danés Dreyer, película agotadora de un realismo angustioso y maravilloso.
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El apogeo del Hollywood industrial
_Mientras en Europa el cine avanzaba, en Hollywood los productores se hicieron poderosos y establecieron el sistema de las estrellas para conseguir más público, y el de los géneros, muy definidos, para conseguir un público clasificado. Había que encajar en el sistema y quienes no lo hicieron, como Erich von Stroheim, no dirigieron más. Stroheim dirigió obras maestras como “Avaricia” (1925), avanzadas a su tiempo, amargas, irónicas, ideológicas, violentas y largas, que fueron mutiladas por los productores. Hollywood ya no era (ni lo es) el refugio de los independientes (¿o habría que decir de poetas y subversivos?) sino una industria a la que llegaron muchos de los poetas europeos que enriquecieron el cine con su talento: Lubitsch, Murnau, Fritz Lang (quien se adaptó sin traicionarse y realizó una brillante etapa americana con obras de la categoría de “La mujer del cuadro”), Luis Buñuel, que nunca llegó a dirigir en Hollywood... pero el arte y la poesía ya sólo aparecerán, casi por error, por despiste de lo establecido o fuera de Hollywood.
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La historia continúa
_El cine aún tenía que avanzar técnicamente con la incorporación del sonido a finales de los 20 y del color a finales de los 30... pero eso ya es otra historia, la misma que continúa.
_En el próximo capítulo (1931-1955) el cine será sonoro y poco a poco el color lo inundará todo. El blanco y negro (blanco, negro y una enorme gama de grises) irá desapareciendo y las palabras y la música serán, poco a poco, a veces tan importantes, o más, que las imágenes.
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2ª parte (1931-1955)
_En los años treinta el cine sonoro se impone definitivamente -no sin antes crearse obras de transición entre el mudo y el sonoro como la aterradora, vanguardista y misteriosa obra maestra "Vampyr" (1932) del maestro Carl Dreyer- y en 1935 se estrena “La feria de la vanidad”, primer film en color. El color aún tardará en generalizarse aunque “Robin de los bosques” (1937) y el éxito de “Lo que el viento se llevó” (1939) enseñan al mundo las maravillas del technicolor. Sin embargo películas tan emblemáticas como “La palabra” o “La noche del cazador” son aún en blanco y negro. Algunos cineastas prefirieron el blanco y negro para no distraer al espectador con los colores, para mantener una atmósfera más sombría, por su elegancia, porque a veces soñamos en blanco y negro, por su valor testimonial... Otros tuvieron que rodar en blanco y negro por motivos económicos.
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Ironía, fatalidad, poesía, vitalidad, terror e irreverencia
_En Estados Unidos brillan los talentos de Lubitsch, Lang, Ford, James Whale y los Hermanos Marx. Ernst Lubitsch realizó comedias sutiles, irónicas, sofisticadas, satíricas e inteligentes de la maestría de “Un ladrón en la alcoba” (1932), “Ninotchka” (1939) y “Ser o no ser” (1942), su obra más recordada, que le hicieron merecedor de la expresión “toque Lubitsch”.
_El alemán Fritz Lang dirigió obras de una maestría cada vez mayor con títulos como“Furia” (1936), “La mujer del cuadro” (1944) y “Los sobornados” (1952), en las que siempre planea la sombra de la fatalidad, el destino y la lucha del individuo contra sí mismo. Lang realizó un cine que casi siempre tropezó con la política de los grandes estudios y con la taquilla, pero siguió dirigiendo contracorriente y acabó en Alemania mientras los jóvenes de la “nouvelle vague” (en el próximo capítulo) le homenajeaban.
_El norteamericano John Ford fue uno de los grandes del cine, no sólo del Hollywood de la época, para muchos el más grande. Filmó “cosas sencillas que son importantes”, con naturalidad y sencillez, en largometrajes como “La patrulla perdida” (1934), "El juez Priest" (1934),“El delator” (1935), “La diligencia” (1939), “Las uvas de la ira” (1940), “El hombre tranquilo” (1952)... Uno de esos poetas que nunca habla de poesía. En sus propias palabras “un campesino que hace películas de campesino”. Un maestro.
_Otro maestro fue Howard Hawks, quizá el director que con mayor talento ha abordado cualquier género al que se acercara, como las obras maestras de la comedia americana "La fiera de mi niña" (1938), "Luna nueva" (1940), "Bola de fuego" (1941) y "Me siento rejuvenecer" (1952), el cine negro en "Tener o no tener" (1944) o el western (ver siguiente capítulo). Sus películas descubren a un creador lleno de vigor, humor y vitalidad, y a uno de los mejores directores de la historia del cine. Como quien no quiere la cosa.
_James Whale fue el gran maestro del cine fantástico y de terror de los años 30, dejando obras maestras y memorables como "El doctor Frankenstein" (1931), "El hombre invisible" (1933) y un caso inaudito de secuela que supera al original, "La novia de Frankenstein" (1935). Su elegancia y dominio de la técnica cinematográfica -y de la dirección de intérpretes- sólo está a la altura de los genios dotados de un gran talento.
_Y los Hermanos Marx... Los Hermanos Marx no dirigían sus películas pero ya desde “El conflicto de los Marx” sacudieron e hicieron temblar todos los cimientos, con la ferocidad, irreverencia y sentido del absurdo que tanto impresionaron a los surrealistas. Sus mejores obras fueron “Sopa de ganso” (1933) de Leo Mc Carey, quien comprendió perfectamente su estilo, y “Una noche en la ópera” (1935) en la que el camarote se abarrota de gente... Poco a poco fueron perdiendo inventiva y parodiaron la maravillosa “Casablanca” (1942), de Curtiz.
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El mundo cambia de rumbo
_Entre el mudo y el sonoro, "Vampyr" (1932) de Carl Dreyer se alza como una obra maestra llena de innovaciones, que no sólo es una obra clave en el género de terror sino que posee un halo poético, vanguardista y espiritual como quizá ninguna otra película en la historia del cine. Palabras mayores. Ríos de tinta intentan desde su estreno describir su misterio y su grandeza. Imprescindible.
_El mundo se dispone a entrar en guerra otra vez, mientras el gran director francés Jean Renoir filma las magistrales "Una partida de campo" (1936) y "La regla del juego" (1939). Más tarde Renoir rodará en la India una de las más maravillosas obras maestras de la historia del cine, "El río" (1950).
_En Alemania, antes de la consolidación nazi, la directora Leontine Sagan rueda una arrebatadora declaración del deseo femenino hacia otras mujeres: "Muchachas de uniforme"(1931).
_En 1941, “El halcón maltés”, de John Huston, inicia el cine negro, en el que la muerte, el delito y las mujeres fatales se intuyen a través de la neblina que crea el humo de los cigarrillos. Este mismo año el cine experimenta el advenimiento de Orson Welles, quien con 25 años revoluciona el cine por completo con su primer film, “Ciudadano Kane”, obra maestra de un hombre genial, desmesurado, múltiple, que en sus películas –sobre todo en sus adaptaciones shakespearianas “Macbeth” (1948) y “Otelo” (1952)- exorcizaba sus demonios... como él mismo decía: “os habéis preguntado en qué me habría convertido si hubiera obedecido a mi personalidad”. Orson Welles también acabó rodando lejos de Hollywood.
_También en EE.UU. destaca Billy Wilder (que estés en los cielos), observador lúcido, ingenioso y sarcástico que, casi siempre certero, no se queda en la misantropía o el pesimismo y retrata a una humanidad pecadora y mejorable pero viva en películas negras como “Perdición” (1944) y “El crepúsculo de los dioses” (1950). Y por el otro lado, el de la comedia, aún con tintes negros, el gran Frank Capra filma la magistral "Arsénico por compasión" (1944); mientras el genial guionista y director Preston Sturges crea obras maestras de la comedia americana del desparpajo y maestría de "Las tres noches de Eva" (1941) y "Los viajes de Sullivan" (1942).
_En Italia se inicia el neorrealismo con “Obsesión” (1942) de Visconti, y sobretodo con “Roma, ciudad abierta” (1945) del imprescindible Roberto Rossellini -quien luego alumbrará "Francisco, juglar de Dios" (1950)-, y “Ladrón de bicicletas” (1948) de Vittorio de Sica, que retratan un país destruido por la guerra, ruinas y miseria. El neorrealismo, a medio camino entre el documental y el cine clásico, se rodó en exteriores, con iluminación natural y actores a menudo no profesionales.
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Sabiduría oriental
_En la década de los 50 el cine oriental empieza a ser reconocido en occidente. En Japón destacan Kurosawa, Mizoguchi, Naruse y Ozu, cineastas que nos descubren un cine de gran humanidad y naturalidad. Akira Kurosawa realiza obras maestras como “Rashomon” (1951), película que abre el camino a todo ese mundo ignorado hasta entonces y, entre otras,“Los siete samurais” (1954), que será adaptada en EE.UU. como “Los siete magníficos”. Mientras, Kenji Mizoguchi, artista exigente y genial, filma las magistrales “Vida de O-Haru, mujer galante” (1952) y “Los amantes crucificados” (1954). Por su parte, Mikio Naruse destila sabiduría cinematográfica en obras como "Okaasan" (1952) y su obra maestra "Nubes flotantes" (1955).
_Yasujiro Ozu es el máximo representante del cine japonés, aunque el más desconocido. Empezó en el cine mudo y poco a poco fue depurando su estilo hasta hacer “desaparecer” la cámara, filmando con la cámara puesta a la altura de un hombre en cuclillas, prescindiendo de fundidos, travellings y panorámicas. “Viaje a Tokio” (1953) es su obra maestra más admirada, auténtica joya del cine mundial en la que consigue el equilibrio entre la realidad del nuevo Japón occidentalizado y su mirada comprensiva de un mundo que se desmorona.
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Pequeños milagros
_En estos años Fellini rueda “La strada” (1954), en la que muestra el desamparo humano; Mankievick rueda una obra maestra sobre el mundo de la farándula: “Eva al desnudo” (1951); Stanley Donen y Gene Kelly dirigen el maravilloso clásico del musical “Cantando bajo la lluvia” (1952), Howard Hawks sigue con sus obras geniales y filma "Me siento rejuvenecer" (1952) y Charles Laughton dirige su única película, “La noche del cazador” (1955) obra misteriosa y aterradora en la que la sombra del mal se cierne como algo más que una amenaza. Mientras, Jacques Tati con su genialidad y lucidez maravillosas sorprende con "Las vacaciones de M. Hulot" (1953), una verdadera obra maestra llena de buen humor, calidez y alegría de vivir.
_Durante estos años el cine británico alumbra algunas joyas, muchas repletas de ese sentido del humor notablemente inglés, como "Ocho sentencias de muerte" (1949) de Robert Hamer y "Oro en barras" (1951) de Charles Crichton, también una joya romántica como "Breve encuentro" (1945) de David Lean, aunque sobre todo destaca, tanto en la comedia como en el drama, el gran Alexander Mackendrick, con grandes películas como "Whisky a go-gó" (1949), "Mandy" (1952), y la soberbia "El quinteto de la muerte" (1955), que suele considerarse el final de la época dorada de la mítica Ealing.
_El cine español recibe el reconocimiento internacional con “Bienvenido Mr. Marshall” (1952), un clásico lleno de subversión, frescura, ironía y lucidez dirigido por Berlanga, y “Muerte de un ciclista” (1955) de Bardem, película en la que el sentimiento y la ideología van cogidos de la mano.
_En 1955 el francés de origen alemán Max Ophuls, autor de una brillantez, originalidad y personalidad desbordantes, filma su última película, “Lola Montes”, en la que resume su visión del mundo: “la vida, para mí, es movimiento”, aunque antes ya había deslumbrado con sus maravillosas "Amoríos" (1933), "La ronda" (1950), "El placer" (1952) y "Madame de.." (1953), en las que amalgama ligereza y tragedia con gran sensibilidad. También este año Carl Dreyer realiza “La palabra”, el gran milagro del cine, película en la que agnósticos, ateos y creyentes asistimos y experimentamos el milagro final de esta obra humana y luminosa que no se cierra en sí misma sino que se abre a todos. Y es que Dreyer nos presenta un milagro que sólo sorprende a quienes han perdido la inocencia, y nos recuerda que la verdadera sabiduría está en los ojos de los niños, que asisten al prodigio con naturalidad.
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La historia continúa
_En el próximo capítulo (1956-actualidad), el cine atravesará transformaciones importantes de la mano de Antonioni, Godard, la nouvelle vague, el underground... Los efectos especiales a menudo irán alejando la inocencia y la poesía del público... pero siempre queda alguien y, casi siempre desde los márgenes, habrán autores que crearán un cine propio en el que el arte y la técnica buscan la Poesía.
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3ª parte (1956-actualidad)
_En 1956 John Ford filma uno de sus westerns más memorables, “Centauros del desierto”, Robert Bresson filma su espiritual obra maestra "Un condenado a muerte se ha escapado", Bardem retrata la España de la época en “Calle Mayor” y “El séptimo sello” descubre a Ingmar Bergman, cineasta sueco que al año siguiente rueda “Fresas salvajes”, para muchos su obra maestra. En estos años el cine inglés se libera con el movimiento “free cinema”, que promueve un mayor compromiso social, con "La soledad del corredor de fondo" (1962) de Tony Richardson. Ken Loach, heredero de este espíritu, ha denunciado la opresión y la injusticia en títulos como “Vida familiar” (1971) y más recientemente en “Tierra y libertad” (1995). Stanley Kubrick dirige la humanista y antimilitarista “Senderos de gloria” (1957) y llevará la ciencia ficción a un delirio audiovisual difícil de superar con “2001, una odisea del espacio” (1968).
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La nouvelle vague y la aventura de la vida moderna
_1959: críticos de “Cahiers du cinema” revolucionan el cine con películas que deliberadamente rompen la narrativa tradicional para expresar la fragmentación de la vida moderna. Es la “nouvelle vague”. Jean-Luc Godard con “Al final de la escapada”, que marca un antes y después en la historia del cine, se inspira en el cine independiente americano (Nicholas Ray, Samuel Fuller...) y con el tiempo se convertirá en el más intelectual (aunque pedante), radical (y sin embargo vacuo), y poético en largometrajes como "Vivir su vida" (1962), “Pierrot el loco” (1965), “Alphaville” (1965) y “Todo va bien” (1972), en la que reflexiona sobre su militancia política. Godard, aunque más alejado de crítica y público, experimentó incluso con el vídeo. Aún en activo, como prueba su maravillosa “Nuestra música” (2004) y nunca olvidado (aunque casi siempre sobrevalorado) como reconocen Tarantino o Kim Ki-Duk, sus primeros films fueron la ruptura renovadora que hace posible el cine actual.
_Este mismo año, el gran François Truffaut filma “Los cuatrocientos golpes” -seguirá rodando obras vivas, magistrales, como "Tirad sobre el pianista" (1960), "Jules y Jim" (1962), Fahrenheit 451" (1966) o "El pequeño salvaje"(1970)-, Alain Resnais realiza “Hiroshima mon amour” y, en Italia, Michelangelo Antonioni rueda “La aventura”, que causó una conmoción en Cannes. Antonioni logró expresar la incomunicación de la vida moderna. En sus siguientes films, entre los que destacan “La noche” (1961) y con el tiempo “Más allá de las nubes” (1994), -codirigida junto al director de “Paris, Texas” (1984) y “Lisboa Story” (1994), Wim Wenders-, Antonioni se ha ido convirtiendo en un cineasta introspectivo y reflexivo pero a veces tan responsable de la soledad y alineación en un mundo perdido, confuso, sin alma, como el que expresan sus películas.
_ Mención aparte para el cine de Jean Rouch, considerado el fundador del cine directo y la antropología visual, a menudo con trasfondo africano, con películas-documentales que suponen toda una experiencia, como "Les maitres fous" (1955), "Moi un noir" (1958), "Crónica de un verano" (1960) quizá su obra más conocida, al alimón con el sociólogo Edgar Morin, o "Petit a petit" (1971), entre otras.
_En EE.UU. el inquieto underground americano, alentado en gran parte por el singular cinéfilo, crítico, cineasta y mil cosas más Jonas Mekas -un referente del film-ensayo con "Walden" (1969) y "Reminiscences of a journey to Lithuania" (1972)- ve aparecer "Sombras" (1960), de John Cassavettes, aún rodada en blanco y negro pero creadora de nuevos caminos, y (también en blanco y negro) la sensual y poética celebración de la vida "Flaming creatures" (1963) de Jack Smith.
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Nadie es perfecto, pero Wilder y Buñuel...
_Mientras en Europa el cine cambia, en la India el director Satyajit Ray termina su trilogía de Apu con “El mundo de Apu” (1959), en la que sigue fiel a su estilo sencillo y natural. Este mismo año Billy Wilder filma “Con faldas y a lo loco”, maravilloso delirio que termina con su conocido “Nadie es perfecto”. Después seguirá reflejando y mejorando nuestro desquiciado mundo en “El apartamento” (1960), “Uno, dos, tres” (1961), “Primera plana” (1974), “Fedora” (1978) y “Aquí un amigo” (1981) con una mordacidad entrañable e hilarante que desgraciadamente no tiene sucesor. Retirado desde hacía años, no le dejaban dirigir, Fernando Trueba afirmó cuando recogió el óscar por “Belle epoque” (1992), que no cree en Dios, cree en Billy Wilder. Un mito.
_Luis Buñuel llega a su madurez con “Nazarín” (1958), “Viridiana” (1961), para muchos su mejor obra, “El ángel exterminador” (1962), “Tristana” (1970), en la que nos hace ver que no hay dos cosas iguales y expresa, con la maestría de un espíritu único, su manera de ver la vida... “El discreto encanto de la burguesía”, que recibe el óscar de Hollywood (eran otros tiempos), “El fantasma de la libertad” (1973), en la que no hay argumento... Con su muerte se perdió mucho más que la mirada del siglo Xx, el siglo que no merece las mayúsculas, se perdió a un espíritu de vida con “horror a comprender”, para quien los 4 jinetes del apocalipsis serían la superpoblación, el cientifismo, el tecnologismo y la información-espectáculo... para quien “En alguna parte entre el azar y el misterio se desliza la imaginación, libertad total del hombre” (y de la mujer). Nadie es perfecto.
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Poesía, vigor, erotismo y solemnes payasadas
_Hitchcock rueda algunas de sus películas más recordadas: “Vértigo” (1958) y “Psicosis” (1960), en la que perpetra un horrible crimen al compás de los violines asesinos de Bernard Herrmann. Orson Welles filma las magistrales “Sed de mal” (1958), “El proceso” (1962), a partir de una novela de Kafka, en la que refleja el absurdo y tiranía de lo establecido, y “Campanadas a medianoche” (1966) rodada en España. Y Howard Hawks sigue celebrando y afrontando la vida con su vigor acostumbrado en westerns del calibre de "Rio Bravo" (1959) y "El Dorado" (1966), además de dejar una maravilla del cine de aventuras como "Hatari!" (1962).
_Berlanga sigue deslumbrando con sus obras maestras “Plácido” (1961) y “El verdugo” (1963), en las que su humor caústico, ácido y esperpéntico reflejan la inmoral España de la época en la que la caridad y la pena de muerte eran habituales. Después filmaría su magistral y malentendida “Tamaño natural” (1973).
_Carl Dreyer rueda su último poema, el largometraje “Gertrud” (1964), que cierra una filmografía maravillosa, espiritual, coherente, luminosa...
_El cine italiano vive una época dorada con “El gatopardo” (1963) de Luchino Visconti, la magistral "8 1/2" (1963) y “Amarcord” (1973), de Fellini, en la que refleja su vitalidad y recuerda su infancia acompañado por la música de Nino Rota, que podría ser, como alguien dijo, la música que se escucha en el cielo..., las increíbles obras de Mario Bava, entre el terror y el erotismo, como "La máscara del demonio" (1960) y "Diabolik" (1967) y finalmente “El último tango en París” (1972) de Bernardo Bertolucci, un manifiesto lleno de rabia, de poesía mutilada por lo establecido, una burla de todas las “solemnes payasadas”, como dijo Lewis Carroll, una negación de la historia en un mundo en el que cuando algo termina vuelve a empezar. Una obra maestra afirmadora y provocadora.
_Mientras, el cine polaco deja huella en la cinematografía mundial con magníficos clásicos como "Cenizas y diamantes" (1958) del gran Andrzej Wajda, la mágica "El manuscrito encontrado en Zaragoza" (1964) de Wojciech J. Has, la épica "Faraón" (1968) de Jerzy Kawalerowicz y las inquietantes, misteriosas y maliciosas películas de Roman Polanski “El cuchillo en el agua” (1963), “Repulsión” (1965) y “La semilla del diablo” (1968) con las que ahonda en lo más oscuro y enfermizo del ser humano.
_En Brasil se revela el entusiasmo y fuerza visual del cinema novo encabezado por Glauber Rocha, con films realizados con gran pobreza de medios pero una riqueza cinematográfica admirable, de los que son notables ejemplos "Barravento" (1962), "Dios y el diablo en la tierra del sol" (1964), "Tierra en trance" (1967) y "Antonio das Mortes" (1969), en los que las raíces africanas del pueblo brasileño, el misticismo, las supersticiones y el componente crítico y social del autor, salen a flote en una rara y preciosa amalgama vigorosa y humanista.
_El celuloide arde, y aviva algo más que los ojos, en el cine sexual con clásicos del gran Gerard Damiano, como la cómica "Garganta profunda", la dramática "El diablo en la señorita Jones" (1973) y la sólida e intensa "Historia de Joanna" (1975), sin olvidar otros clásicos como la mítica "Tras la puerta verde" (1973) de los hermanos Mitchell, la sensual "Barbara Broadcast" (1977) de Henry Paris... y muchas más, mil y una más o, por lo menos, 69.
_Mientras, el nipón Nagisa Oshima aún va más lejos con "El imperio de los sentidos" (1976), una obra maestra natural y sincera -franca en la expresión sexual- sobre el amor, la pasión y el deseo. Una película inolvidable y admirable.
_Y en el lado experimental y vanguardista del cine, el gran Chris Marker crea un fotorelato para la historia con "La Jetée" (1963) y el maravilloso clásico del film-ensayo "Sin sol" (1982), en el que una vez más expresa, entre muchas otras cosas, su amor por Japón.
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El justo medio
_Los años 70 descubren un cine de gran impacto visual en el que destacan films tan logrados como la magnética "Taxi driver" (1976) realizada por Martin Scorsese -director de la reciente "La invención de Hugo" (2011), bello tributo a los libros, al cine y al maestro Meliès- la impactante “Harry el sucio” (1971) de Don Siegel, protagonizada por Clint Eastwood -quien con el tiempo dirigiría “Bird” (1988), su homenaje al jazz con la figura del gran Charlie Parker, y las magistrales "Un mundo perfecto" (1993), "Million dollar baby" (2004) y también "Invictus" (2009), convirtiéndose en uno de los iconos del cine mundial, delante y detrás de las cámaras-; las clásicas películas de mafiosos "El padrino" (1972) y la aún mejor "El padrino II" (1974) de Francis Ford Coppola y “El diablo sobre ruedas” (1971), en la que el debutante Steven Spielberg consigue una obra de una tensión que no ha logrado repetir.
_Mientras, el cine clásico sigue representado, entre otros, por Akira Kurosawa, quien rueda la maravillosa “Dersu uzala” (1975), y Mankievick, que realiza “La huella” (1972), con la que consigue una obra maestra que, como “El principito” de Saint-Exupéry, está formada por varios niveles y puede verse como un ligero pasatiempo o como una profunda reflexión sobre el juego de la vida... Interpretaciones geniales, el talento capaz de llegar al público quedándose en el justo medio, sin ser vulgar ni elitista, acercando una obra valiosa, profunda pero asequible. Una joya.
_En estos años Woody Allen dirige “Annie Hall” (1977) y la maravillosa “Manhattan” (1979), con las que empieza su etapa de madurez, que continuará con obras maestras como la inolvidable "La rosa púrpura del Cairo"(1985), “Hannah y sus hermanas” (1986), “Balas sobre Broadway” (1994) y la dramática "Match point" (2005), en la que aborda con maestría la influencia del azar en nuestras vidas. Woody Allen es, entre otras cosas, una de las cabezas más lúcidas de la actualidad, aunque afirma que el cerebro es su segundo órgano favorito... y el prototipo de cierto hombre contemporáneo, más intelectual, cultivado, inseguro, vulnerable, narcisista...
_Mientras, en España, Bigas Luna filma su obra maestra “Bilbao” (1979), película sucia, obsesiva, enfermiza y magnética, que no ha logrado igualar en sus siguientes intentos... Y este mismo año Iván Zulueta dirige “Arrebato”, obra imposible de limitar con palabras, en que quizá sólo el título pueda intentar expresar la intensidad, el delirio, la extraña magia de esta obra maestra única, incomparable, inexpresable...
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Retorcido talento
_En 1964 el western se ve sacudido por la irrupción vigorosa y llena de talento de Sergio Leone, quien, con su trilogía interpretada por Clint Eastwood y la música de Ennio Morricone: "Por un puñado de dólares" (1964), "La muerte tenía un precio" (1965) y "El bueno, el feo y el malo" (1966), redefine el género e imprime con brillantez algunas de las páginas más apasionantes de la historia del cine, increíble unión de cine de autor con todas las letras y autor popular de grandísimo éxito comercial. Leone coronaría su filmografía con una nueva obra maestra: "Érase una vez en América" (1984), que posee una memorable, embriagadora y turbulenta atmósfera.
_En 1982, “Blade Runner”, de Ridley Scott –también director de la magnífica “Los duelistas” (1977)- con la música de Vangelis, se desmarca de la corriente más superficial de la ciencia-ficción con una historia llena de poesía, capaz de emocionar, y de expresar al ser humano contemporáneo.
_En estos años termina la poco conocida filmografía de Tarkovski, que luchaba contra “la ausencia, en nuestra cultura, de espacio para la existencia espiritual” con películas a veces irregulares como “Sacrificio” (1986), y este mismo año David Lynch filma “Terciopelo azul”, una de las películas más apasionantes de la década, en la que consigue dar rienda suelta a su complejo y retorcido talento, con una historia enfermiza y perversa recorrida por la demencia.
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Contacto con la tierra
_El cine español de las últimas décadas ha contado, entre otros, con José Luis Garci, galardonado con el óscar por “Volver a empezar” (1982); Víctor Erice, director de las magistrales (lástima que ruede una película por década) “El espíritu de la colmena” (1973), “El sur” (1983) y “El sol del membrillo” (1992); Pedro Almodóvar, director de la exitosa “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), cronista de la movida madrileña en sus inicios y oscarizado por “Todo sobre mi madre” (2000); Fernando Trueba (véase Billy Wilder) también director de “El sueño del mono loco”, a partir de un guión muy elaborado con referencias a Peter Pan; David Trueba, guionista y director de “La buena vida” (1996); Fernando León de Aranoa, que dirige “Familia” (1996) en la que desborda ingenio, alegría, imaginación y nos anima a jugar a las nubes; Juanma Bajo Ulloa, director de “Alas de mariposa” (1991) y Julio Medem, una de las miradas más creativas del cine europeo, con películas como su arriesgado debut “Vacas” (1991), y otras más irregulares como “La ardilla roja” (1992), “Tierra” (1995), o “Los amantes del círculo polar” (1998), en la que las vidas son casualidades, el círculo es símbolo de la vida, los nombres empiezan como acaban, como su apellido... el destino.
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El club de la K y el cine independiente
_En los últimos años, gran parte de los directores interesantes forman, casualidades de la vida, el club de la K: Kiarostami, Kitano, Kore-Eda, Kiyoshi Kurosawa, Kaurismaki, Kim Ki-Duk... aunque la gran excepción a este club de la K es el cine independiente de Jarmusch. Aunque hay más, mucho más...
_El iraní Abbas Kiarostami, uno de los cineastas más importantes de la actualidad, se da a conocer con “A través de los olivos” (1994), tercera parte de su relato que incluye “¿Dónde está la casa de mi amigo?” (1987) y “...y la vida continúa” (1992). Después vendrán las magistrales “El sabor de las cerezas” (1997), una de las obras maestras de la década, y “El viento nos llevará” (1999), en la que sigue fiel a sí mismo, con esa mezcla casi imposible de improvisación, inteligencia, sencillez, planificación y obra inacabada que puede “completarse gracias al espíritu creativo de los espectadores”. El universo de Kiarostami es siempre un manantial lleno de vida que afirma la vida, imperfecta, siempre a medio hacer (en un mundo dominado por el mito de la perfección), a través de un cine coherente, abierto, que escapa de “las historias impecables que funcionan perfectamente” pero “imposibilitan intervenir al público”. Un poeta que nos invita a ser poesía, a ser vida que se deja recorrer por la vida.
_El japonés Takeshi Kitano filma en estos años sus personalísimas “Violent cop” (1989), “Hanna-Bi, flores de fuego" (1998) y “El verano de Kikujiro”(1999), en las que ahonda en un cine en el que, como en la conducta humana, se dan la mano un sentido del humor infantil, capaz de provocar carcajadas, junto con una violencia y crueldad explícitas y brutales y, finalmente, el cariño, la ternura y la poesía que todo verdadero ser humano lleva en su interior.
_También son japoneses Hirozaku Kore-Eda, autor de "After life" (1999), "Nadie sabe" (2004) y "Still walking" (2008) que alcanza la maestría recordando al maestro Ozu, y Kiyoshi Kurosawa, autor de culto que innova entre el thriller y el género fantástico con "Cure" (1997) y en especial con la portentosa "Kairo" (2001), aunque también ha creado una obra tan atemporal y sublime como "Tokyo sonata" (2008).
_El finlandés autodidacta Aki Kaurismaki rueda emociones de contrabando con un estilo sencillo, lacónico, pues considera que en el mundo hay “demasiado movimiento, demasiadas palabras” en películas breves y maravillosas como su revelación, "Ariel" (1988), quizá su obra maestra “La chica de la fábrica de cerillas”(1989), la magistral "Contraté un asesino a sueldo" (1990), el mediometraje estrenado como largometraje “Agárrate el pañuelo, Tatiana” (1994) y la reciente "El Havre" (2011), en las que se expresa con honestidad, lejos de efectismos, con la pureza de una de las miradas más bellas y amorosas de nuestros días.
_El coreano Kim Ki-Duk crea películas de una poesía, belleza y crudeza conmovedoras en títulos que, como “La isla” (2000), y “Hierro 3” (2004), le valen poco a poco el reconocimiento internacional.
_El taiwanés Edward Yang, crea "Yi Yi" (2000) una obra maestra humana, de lúcida mirada sobre el fluir de la vida, una obra esencial, poética y depurada que por desgracia cerró su filmografía.
_Mientras, el cine francés cuenta con Eric Rohmer, proveniente de la nouvelle vague, que termina sus cuentos de las cuatro estaciones con un pequeño milagro: “Cuento de invierno” (1992), y con la magia que desprende la maravillosa “Amelie” (2001), de Jean Pierre Jeunet, una de esas películas que, como el magnífico film-ensayo “Nuestra música” (2004) de Godard o “El viento nos llevará” de Kiarostami, nos llena de buenos sentimientos, de ternura, de alegría y nos ayuda a ser mejores personas.
_Y en EE.UU. el cine independiente se hace eco del insomnio americano, sobre todo a través de Jim Jarmusch y sus obras de culto "Extraños en el paraíso" (1984), "Mistery train" (1989), y sus más recientes "Dead man" (1995) y "Ghost dog: el camino del samurai" (1999), y también aporta films como “Clerks” (1994), de Kevin Smith, película desbordante en la que sorprende su humor caústico pero ingenioso y su apariencia ligera en un film profundo rodado con pocos medios pero con muchas ganas y talento; “Smoke” (1995), en la que Wayne Wang y el escritor Paul Auster defienden el tabaco y expresan la vida, cambiando constantemente de forma como el humo de los cigarrillos; y sobre todo el éxito (algo excesivo) de “Pulp fiction” (1994) de Quentin Tarantino –director de culto tras “Reservoir dogs” (1992)- en la que descarga su recorrido cinéfilo (entre otras cosas su productora lleva el título de un film de Godard) y su visión de la violencia... Tarantino presume de haber aprendido a rodar viendo cine. No ha querido ser consumido por el éxito y con su siguiente film, “Jackie Brown” (1997) prueba que quiere moverse en todas las direcciones, como el viento. Después con “Kill Bill” (2003-4), sorprende e impacta visualmente, aunque propuestas más creativas e imaginativas como "La ciencia del sueño" (2006), de Michel Gondry, la magnífica "El ladrón de orquídeas" (2002) de Spike Jonze, la soberbia "Beau travail" (1999) de la directora Claire Denis, la humana "Juventud en marcha" (2006) de Pedro Costa, la deliciosa "Un cuento de verano" (2007) de Andrzej Jakimowski, la magnífica aportación al género vampírico "Déjame entrar" (2008) de Tomas Alfredson; la magistral "El secreto de sus ojos" (2009) de Juan José Campanella, y "The Artist" (2011) de Michel Hazanavicius, un encanto de película que recrea la atmósfera del cine mudo, aportan una mirada aún más fresca al cine y a la vida.
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La última ruptura, por el momento, y la revolución digital
_En Dinamarca, a finales de los 90 se promueve una nueva manera de hacer cine basada en un decálogo, autodenominado Dogma, que impone un cine, cámara en mano casi siempre, que tiene el aspecto de un vídeo doméstico.“Celebración” (1998) de Thomas Vinterberg, es la primera obra dogma y refleja los sórdidos trapos sucios de una familia acaudalada, mientras que la provocadora boutade “Los idiotas” (1998) de Lars von Trier, autor de “Rompiendo las olas” (1996), desvaría a menudo y se muestra autocomplaciente a la vez que crítica y corrosiva con la hipocresía de la sociedad. Ambas son las primeras muestras de esta dogmática y liberadora manera de hacer cine en la que la espontaneidad y las interpretaciones son mucho más importantes que los efectos especiales, pero que ni siquiera Lars von Trier ha continuado en su melodrama musical “Bailar en la oscuridad” (2000), ni en su original “Dogville” (2003) o en la apocalíptica "Melancolía" (2011).
_Como ocurrió con Godard y Antonioni, el movimiento Dogma supone una ruptura y una alternativa, un camino abierto a nuevas posibilidades pero, aunque sea un necesario grito salvaje en un mundo en el que la poesía se considera un anacronismo cuando lo que en realidad ocurre es que sentir está pasado de moda, no es la gran revelación sino una alternativa a menudo amanerada que se rebela en vez de revelarse. El cine, como la vida, necesita revelaciones, no rebeliones.
_Por otra parte, la más reciente e importante de las revoluciones en el cine actual es tecnológica. Se trata de la consolidación del cine digital, pues esta tecnología permite abaratar costes (el cine es muy caro) y rodar incluso toda una película del tirón, sin ningún corte, como magistralmente ha mostrado Aleksandr Sokurov en "El arca rusa" (2002). La creatividad ya no se verá limitada por la duración del rollo del entrañable, pero limitado, celuloide, y el cine en teoría será más asequible para autores audaces y con talento que no dispongan de un fuerte respaldo económico.
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La vida continúa
_El futuro será parecido al presente. El cine taquillero incluirá cada vez más efectos especiales, movimientos veloces, mucho montaje... Conviene recordar lo que dijo Hemingway: “Nunca confundas movimiento con acción”. El cine del futuro aún tendrá a poetas que en vez de fabricar éxitos fugaces crearán obras llenas de vida. Abundará lo fácil y escaseará la poesía, como siempre, pero la vida continúa...
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_alguna bibliografía consultada y/o recomendada
Historia del cine mundial, José María Caparrós Lera (Rialp, 2009)
Historia del cine, David Pakinson (Destino, 1998)
Los secretos del cine, VV.AA. coordinado por Román Gubern (Editorial Pala, 1974)
Historia del cine (vol. 1 y vol. 2), Román Gubern (Editorial Lumen, 1973)
Historia del cine experimental, Jean Mitry (Fernando Torres Editor, original 1971)
Diccionario del cine, VV.AA. (Editorial Rialp, traducción del diccionario Larousse, 1991)
Guia del cine, Carlos Aguilar (Cátedra, 2011) un libro muy pero que muy imprescindible...
Películas del cine mundial, Augusto M. Torres (Espasa, 2005)
Diario de cine, Jonas Mekas (Fundamentos, 1975)
1001 películas que hay que ver antes de morir, VV.AA. coordinado por Steven Jay Schneider (Grijalbo, 2006)
Guía del cine español, Carlos Aguilar (Cátedra, 2007)
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