9/4/12

El technicolor del arte clásico


“Dioses en color” es el título de la exposición que hasta el próximo 15 de febrero puede verse en el Liebieghaus Skulpturensammlung de Frankfurt. Esta exposición es la culminación de un proyecto de investigación que durante 25 años ha llevado a cabo un equipo internacional de investigadores dirigido por Vinzenz Brikmann, director de la Colección de Antigüedades de Liebieghaus, y que ha sacado a la luz una gran cantidad de nuevos y sorprendentes descubrimientos.
La exposición testimonia de manera incontestable un dato ampliamente acreditado por las fuentes literarias antiguas, como es el hecho de que las antiguas esculturas de mármol no eran blancas, sino de color. Este rasgo fue suprimido durante el Renacimiento italiano -pensemos en las esculturas de Miguel Ángel o de Donatello por ejemplo-, retomado posteriormente en el siglo XIX y nuevamente abandonado en el siglo XX al prevalecer una estética dirigida a la claridad.
Numerosos restos de la policromía original en las esculturas antiguas han sobrevivido hasta nuestros días, restos que dan testimonio de que las estatuas griegas y romanas  fueron ricamente decoradas con prendas de vestir de preciosos pigmentos. En la exposición en el Liebieghaus podrán admirarse unos 70 originales, tales como terracotas policromadas, estatuas de mármol o retratos de momias, con más de 30 reconstrucciones cuyo color antiguo vuelve a tener vida. La joya de la corona es una reconstrucción del llamado Jinete Persa de la Acrópolis de Atenas, cuyos colores han sobrevivido particularmente bien. Ha sido especialmente realizado para la exposición de Frankfurt y, por tanto, se muestra por primera vez.  
En la literatura clásica, los antiguos escritores griegos y romanos aportaron datos que no dejan lugar a dudas respecto a la policromía de las esculturas. Así, Eurípides (480-406 a.C.) nos habla de una estatua de mármol en color de una extraordinaria fealdad. Por otra parte, cuando se desencadenó la guerra de Troya por culpa de la belleza de Helena, esta dice de sí misma “Si yo hubiera sido siempre tan fea como una estatua a la que se le ha borrado el color, no habría sobrevenido todo este sufrimiento a tantos hombres”. Sin embargo, muchas fuentes también testimonian el hecho de que el “coloreado antiguo” ha solido ser un asunto muy controvertido en la historia del arte y la arqueología. En su History of Ancient Art, publicado en 1764, el famoso arqueólogo e historiador alemán Joachim Winckelmann(1717-1768) escribió: “Un cuerpo hermoso, en consecuencia, es tanto más hermoso cuanto más blanco es”, por lo que concluía que el color blanco puro era constitutivo del ideal de belleza de la antigüedad. El punto de vista de Winckelmann ejerció una influencia considerable en el arte del siglo XIX y ha conformado nuestras ideas del arte griego y romano hasta el día de hoy. Sin embargo, los investigadores fueron capaces de descubrir las huellas de distintos pigmentos en numerosas figuras de mármol durante las excavaciones en Atenas y Roma a comienzos del siglo XIX.
En 1812, el pintor y escultor Johann Martin von Wagner (1777-1858), agente de arte del príncipe heredero de Baviera y futuro rey Luis I, viajó a Grecia en nombre de este con el fin de adquirir las esculturas del templo de Afaia en Egina, descubierto poco antes: En 1815-16 escribió una descripción de las figuras policromadas. Sin embargo, en la linea de Winckelmann, quedó bastante conmocionado y sorprendido, y consideró este rasgo como una “costumbre bárbara y remanente de tiempos primitivos”. 
El debate sobre el colorido en la antigüedad continuó hasta la Segunda Guerra Mundial. No fue hasta la década de los 60 cuando los científicos, ayudados por las nuevas tecnologías, comenzaron a explorar la policromía. Si desde hace 200 años los rastros de pintura se habían analizado por medio de la toma de muestras, en la actualidad la mayoría de los análisis se pueden llevar a cabo digitalmente. Por medio de la espectroscopia Raman y la espectroscopia de absorción UV-vis pueden ser identificados numerosos restos de pigmento en poco tiempo y sin tocar el original.Además, investigaciones recientes se han beneficiado considerablemente de las posibilidades que ofrece la técnica de la fotografía, principalmente la fotografía de fluorescencia ultravioleta y la reflectografía mediante radiación ultravioleta, técnicas que permiten hacer visible la ornamentación pictórica incluso en zonas en las que no ha sobrevivido el pigmento debido a los productos químicos y mecánicos de las transformaciones en la superficie de la piedra.
El arte griego a principios del llamado periodo arcaico se basa fundamentalmente en los logros del la cultura egipcia, en especial en la rica policromía de sus estatuas y relieves. La primitiva escultura griega en mármol se caracteriza por su particular elaboración y su soberbia ornamentación. Coloridos vestidos magníficamente decorados, armas y utensilios sirvieron para mejorar la estética y la expresión narrativa de los objetos. Uno de los más prestigiosos ejemplos de esta escultura -que podrá verse en la exposición en el Liebieghaus- es la figura de unarquero (el príncipe troyano París) procedente del frontón oeste del templo de Afaia en la isla de Egina.Esta figura ricamente pintada se muestra junto con la diosa griega Atenea y el arquero griego Teucro. No menos impresionante es la figura del Jinete persa de la Acrópolis de Atenas, primer trabajo de arte griego escaneado en 3D mediante un complejo proceso. Digna de mención es también la llamada Koré del Peplos, la más famosa imagen de una muchacha en el arte griego primitivo, realizada alrededor de 530-20 a.C. y que data , por lo tanto, del mismo período que el Jinete Persa. Huellas de pigmento de color rojo, azul, amarillo y verde han sobrevivido en el pelo, ojos, cinturones, y prendas de vestir en la escultura original, descubierta en 1880.
El tema del coloreado original de las esculturas griegas es hoy un asunto que genera debates y trabajos de investigación en el mundo científico. En este sentido hay en la actualidad una opinión mayoritaria que considera que las esculturas del Partenón -así como muy probablemente el templo mismo-  estuvieron pintadas en un principio de colores brillantes. De modo que la imagen visual que tenemos de ellas en la actualidad, de blanco mármol, sería muy diferente de la que debieron tener originalmente. Es precisamente la idea de que las esculturas habían sido del color puro de la piedra  lo que llevó a los tristemente célebres incidentes de limpieza de las esculturas en el Museo Británico en la década de 1930 a petición de Lord Duveen. Se considera que cuando los famosos Mármoles de Elgin llegaron al Museo Británico, al menos un 20% de ellos conservaban su recubrimiento original y fue esta interpretación errónea de que debían ser blancos lo que llevó a su limpieza mediante el uso de lana de acero y cinceles hasta darles el color grisáceo que tienen en la actualidad.
Con todo, los fragmentos de los arquitrabes del Partenón que se han protegido de los elementos muestran signos claros de la pintura original en rojo y azul egipcio. Nuevas investigaciones han puesto de manifiesto recientemente signos de pigmentos verdes y azules a partir de malaquita-azurita sobre algunos de los fragmentos del friso en Atenas. Afortunadamente, estas esculturas nunca fueron limpiadas de la misma manera que los que se encuentran en el Museo Británico, de lo contrario, se habría perdido para siempre toda la información sobre la coloración original.
Puede verse a este respecto la animación generada por ordenador realizada por el Centro de Aplicaciones de Realidad Virtual de la Universidad del Estado de Iowa  donde se muestra cómo pudo haber aparecido el Partenón con su colorido original. Espectacular es también en esta misma web el recorrido panorámico que se hace por el Panteón de Roma. Además pueden descargarse.
 Artículos de referencia para este tema:
 Imagen 1: El Arquero y Príncipe Troyano Paris del frontón oeste del Templo de Afaia en Egina. Reconstrucción en color del original griego en mármol realizado entre 500-470 a.C. (2006 Vinzenz Brinkmann & Ulrike Koch-Brinkmann, Hermann Pflug). Fotografía: Dieter Rehm
Imagen 2: Reconstrucción de la Koré del Peplos
Imagen 3: VRAC.  Universidad de Iowa. Reconstrucción virtual del Partenón de Atenas
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