19/4/11

trío sobre cine sexual

He encontrado 3 cosas en internet que tienen bastante que ver con el cine sexual, primero una entrevista con José María Ponce, poco menos que el padre del invento en España; después unas reflexiones con miga de Carlos Atanes sobre el cine sexual; y por último una entrevista a Manuel Valencia, uno de los pioneros de la crítica sobre cine sexual en este país.
-


José María Ponce: "Cuando doy mi opinión sobre el porno actual recibo insultos y amenazas"

Escrito el 16-04-2011 por Paco_Gisbert

(Por Paco Gisbert) – Hace casi 20 años, José María Ponce (Madrid, 1954) resucitó el porno español con las primeras películas hechas en vídeo en nuestro país. Dos decenios más tarde, Ponce es un personaje poco conocido por los pornófilos y una voz autorizada e incómoda que opina desde la libertad que da la distancia sobre lo que significa y ha significado el cine X en España.


Hace unos meses se cumplieron 15 años del estreno en Tv de “Club privado”, la película tuya considerada como el pistoletazo de salida del porno en vídeo español. ¿Qué queda de todo aquello hoy en día?.
Pues poca cosa. Del espíritu inicial no queda nada. Han sobrevivido los chicos –Toni, Nacho, Max-, pero ha sido a costa de emigrar o de reciclarse. El sueño de hacer un cine de género y de crear una industria propia, equivalente a la de países de muestro entorno, se ha ido diluyendo con el tiempo, hasta desaparecer del todo.


¿Valió la pena todo el esfuerzo que hicisteis gente como tú, María Bianco o Antonio Marcos?
Tampoco fue un esfuerzo. Nos lo pasábamos bastante bien y hasta ganamos algo de dinero.


¿Por qué el porno español ha evolucionado de esa manera?
El problema del porno español es que no existe la figura del productor tal y como se entiende en el cine convencional. En el porno se confunde al que pone el dinero con el productor. Y no es eso. Las empresas de distribución, que son las que solían poner la pasta, no estaban en manos de profesionales del cine, sino de simples comerciantes sin formación cinematográfica, ni pornográfica. A mí me producía tristeza escuchar a supuestos productores presumiendo de no haber visto nunca una película X. Con esa base no se podía llegar muy lejos.


A mediados de los 90, además de hacer porno, dirigías dos revistas especializadas y el Festival Erótico de Barcelona. Las revistas se han reciclado a internet, pero el Ficeb ha muerto. ¿Cuál ha sido la razón, desde tu punto de vista?
Mantener un festival de cine cuando no existe tal cine parece absurdo. Por otro lado, la reconversión del festival en un salón de espectáculos eróticos funcionó durante un tiempo, pero ahora me parece que la fórmula se ha agotado.


En cualquier otro país el mundo, la figura de Ponce sería reconocida por la industria del porno como un pionero. Ahora, las nuevas generaciones ni te conocen. ¿Sientes que el porno está en deuda contigo?
No es que no me conozcan, es aún peor. Cuando doy mi opinión sobre el porno actual recibo insultos y amenazas. Pero no, no creo que podamos hablar de deuda. Siempre he sido un personaje bastante controvertido dentro del sector, quizás porque soy bastante crítico y eso aquí no se perdona. Por otro lado, hace casi diez años que dejé de hacer porno. Es normal que los chicos de ahora no me conozcan.


¿Crees que el porno español perdió una gran oportunidad a mediados del 2000 de consolidarse como una industria potente o por el contrario eres de los que piensa que, en realidad, nunca hubo una verdadera industria del porno español?
Creo que nunca existió una verdadera base industrial. Cuando nos referimos a la industria hablamos de apenas media docena de empresas, todas de carácter familiar y un nivel muy bajo de profesionalización. Nunca hubo una producción estable, se funcionaba un poco a trompicones. Es cierto que se creó un cierto star system y que con algunas películas alcanzamos cierto prestigio internacional, pero faltó continuidad y solidez financiera. Por otro lado, los que producían nunca llegaron a creer del todo en nosotros. Tuvimos que ser nominados a los AVN y ser reconocidos en el exterior para que se diesen cuenta que lo que hacíamos no estaba tan mal. Pero ya era tarde


¿En qué momento y por qué el cine X español se convierte en lo que es hoy en día?
Pienso que empezó con la moda del gonzo –un subgénero más difícil de realizar de lo que parece- y de las llamadas “vignettes”. La aparición de cámaras de altas prestaciones y manejo sencillo, hizo el resto. Por un lado, los productores podían hacer escenas como rosquillas y, además, dejarlas en manos de gente sin ninguna preparación técnica, dado que bastaba poner la cámara en automático para obtener resultados aceptables. Hasta principios del 2000, el porno estaba en manos de profesionales del cine y la televisión. Y se notaba, claro.


¿Y en qué medida ha tenido que ver con ese cambio la sociedad española?
Evidentemente, Internet y la banda ancha han contribuido a potenciar una forma de consumo masiva y vertiginosa. Pero, al mismo tiempo, está contribuyendo a crear un cierto carácter selectivo. Ya no vale todo.


¿Crees que iniciativas como la de Roberto Valtueña de hacer cine X con argumento tienen futuro en la actual situación?
He visto “Hasta que el sexo nos separe” y me ha gustado bastante. Me encantaría que le fuese bien y que se centrase más en lo erótico. El porno con guión tiene el problema de la ruptura rítmica de la narración. No es fácil meter el sexo dentro de una estructura narrativa de índole convencional. La solución (aprovechando los nuevos hábitos de consumo) podría estar en acortar las escenas sexuales. En el porno pasa lo mismo que con los anuncios de la tele, cuando acaban ya no te acuerdas de qué película estabas viendo. Y en el porno cuando se acaba el polvo ya nadie se acuerda del argumento. Los productores suelen obligar a los directores a alargar exageradamente las escenas para sumar minutaje. Ellos venden al peso. De todas formas, tener a un Valtueña en los tiempos que corren es todo un lujo.


¿Qué haces en la actualidad?
Pues… tengo una columna semanal en Time Out y escribo para varios medios de Internet. Intento volver a ejercer de periodista. Y he vuelto a organizar cosas. Con Akhesa, mi novia, montamos fiestas de bdsm y una Erotic Soirée mensual (charlas con invitados alrededor del mundo del erotismo). En el pasado mes de diciembre organizamos las Jornadas Inmakuladax, festival multidisciplinar y alternativo dedicado al sexo como cultura. Funcionó muy bien y eso me ha llevado a sopesar la posibilidad de organizar algo más grande (que no cunda el pánico, que iría en esa línea alternativa, nada que ver con los “ficebs”). En general, ando más metido en esas cosas: postporno y alt-porn, exposiciones, charlas, debates. Bueno, y buscando trabajos más rentables.


¿Es posible que alguna vez puedas retomar tu carrera como director? ¿Qué condiciones deberían darse?
Sí, no lo descarto. De hecho, creo que ahora se dan mejores condiciones que hace unos años. La tecnología actual posibilita hacer cosas interesantes con muy pocos medios. No creo que haga un largo para la industria del porno convencional, pero tengo muchas ganas de hacer otras cosas. Y creo que pueden hacerse.


Por último, tú que dirigiste Chic y Hustler, valora Estrellasdelporno.com
En Hustler y Chic procurábamos informar sobre el mundo del porno y no sólo poner chicas en pelotas. Me gusta que en Internet haya páginas que siguen esa filosofía. Además, como ahora no ando muy metido en el tema, me sirven para informarme (aunque debo reconocer que no conozco a casi nadie). Y aunque suene a peloteo, el que haya firmas como Sandra Uve o la tuya le da un valor añadido.


http://www.estrellasdelporno.com/jose-maria-ponce-cuando-doy-mi-opinion-sobre-el-porno-actual-recibo-insultos-y-amenazas.php


///


Cine X vs cine convencional, por Carlos Atanes
http://www.carlosatanes.com/cinex.html


Tomándolo en su sentido tradicional, es interesante constatar hasta qué punto dicho tipo de producción audiovisual se ha mantenido durante décadas al margen de los cánones preestablecidos que rigen el resto de productos, constituyendo no un género aparte, sino otra manera de concebir el cine. La crítica más habitual que se ha venido utilizando contra él ha surgido, y no es sorprendente, de la idea sumamente discutible de que una película pornográfica es comparable a una película convencional, y que por lo tanto debe atenerse a los mismos cánones narrativos y baremos de calidad aplicables a ésta. Las recurridas frases son aburridas o vista unas vistas todas han entretejido, a fuerza de repetirse, una densa cortina de prejuicio y falsa moral que ha marginado el cine pornográfico condenándolo al oscuro calabozo de la incomprensión y el desprecio –sin perjuicio, eso sí, de sus pingües beneficios económicos–. Es decir, una vez el cine pornográfico ha sido tolerado en nuestra sociedad, aun con restricciones, y por lo tanto la censura moral ha sido abolida en gran medida, se ha aplicado sobre él otra censura, más sutil si se quiere, basada en criterios formales.

Sin embargo, el cine X no sólo no merece semejante oprobio, sino que demuestra de factola posibilidad real de concebir obras al margen de los cánones preestablecidos –y sin ánimo de alternatividad–. A lo largo de su trayectoria el cine X ha sabido readaptar sus modos de producción a las exigencias técnicas y ambientales de cada momento, por ejemplo introduciendo la utilización del formato vídeo, cuando semejante atentado contra los cánones aceptados de calidad sólo ha podido realizarse en contadas ocasiones en el cine convencional, y casi siempre necesitando hallar justificación en subterfugios conceptuales o estéticos, cosa que el cine X nunca ha hecho, satisfecho y feliz de poder trabajar en un sistema más económico y adaptable a sus necesidades.

Liberado de las ataduras de la mojigatería intelectual del sistema industrial del gran cine, el cine X se ha movido durante décadas en la más absoluta libertad técnica, moral y estética dentro de los márgenes de sus posibilidades económicas, cosa que nadie más ha hecho de una forma tan sistemática. Con envidiable indolencia, los productores/realizadores X han ignorado de hecho y repetidamente la norma establecida, preocupándose tan sólo de llevar a cabo un producto donde la forma ha de quedar supeditada al contenido; un producto además no dirigido a la crítica ni al gran público, sino a aquel segmento específico de población afín al género X al que en concreto perteneciera.

El cine X es, por lo tanto, un cine radicalmente independiente y emancipador, tanto en el proceso de producción, llevado a cabo al margen de directrices externas, como en su consumo, ya que éste es el primer y hasta ahora único cine interactivo concebido como tal. Y esto es así porque cualquier espectador puede usar el mando a distancia para elegir al azar o voluntariamente los fragmentos de una película convencional que esté viendo en vídeo o DVD, pero en el caso del cine X el uso del mando se da por sobrentendido, ya que el espectador siempre buscará aquellas escenas que sean de su agrado y elegirá el número de veces que necesite verlas. Es un cine a la carta, y esto, por sí sólo, basta para desacreditar de un plumazo la acusación de cine tedioso, sólo aplicable en ciertas ocasiones al cine convencional. Desde luego esto no es aplicable a la exhibición en salas comerciales, pero la exhibición cinematográfica de cine X no deja de ser una forma arcaica remanente en una industria que ha echado felizmente raíces en el fértil terreno de la distribución videográfica y digital.

Sin embargo no todo el monte es orégano: también él corre peligro de ser absorbido, y la mejor forma consiste en inyectarle el bacilo infeccioso de los cánones asumidos por la mayoría alienada. A medida que el cine X intenta emular las formas reconocidas, mediante costosas producciones de refinado aparato técnico, certámenes y festivales multitudinarios que valoran de forma creciente la factura técnica –aplicándole criterios de calidad pertenecientes al otro cine–, en fin, procurando sustituir el talante genuinamente subversivo por el envoltorio políticamente correcto de la industria decente, a medida que esto va aconteciendo, en mayor grado pierde su sentido y más vulnerable se hace al, esta vez ya más legitimado, igualador embudo crítico. Una película X concebida para ser vista en vídeo por un público variado, de un tirón, y sin hacer uso de mando a distancia, es decididamente sospechosa de no ser ya una película X.

Afortunadamente siempre seguirá existiendo, porque es intrínseco a la naturaleza de este cine, un producto X sordo al reclamo de las sirenas de la cretinez, y también un espectador X más interesado por la satisfacción de su morbo personal que por la calidad técnica del producto. O en cualquier caso, interesado por unos criterios de calidad que no son los habituales –respecto al guión, iluminación, etc.–, sino otros específicamente aplicables al cine X, que siempre quedarán recluidos en los infranqueables dominios del gusto personal.

Hay un punto donde queda patente el fuerte vínculo entre la crítica moral y la crítica formal, y es el debate alrededor de la figura del actor de películas X. En general se niega al intérprete X el merecimiento de llamarse como tal, reduciendo el papel de la actriz X poco más o menos que a una suerte de prostituta –un juicio claramente moralista, y sexista, pues no acostumbra a aplicarse en iguales términos a los intérpretes masculinos.

Parece ser que consentir de buen grado la aceptación de los actores X dentro del número de los actores en general, degradaría la condición de éstos, relativizando el valor de su trabajo. Muchos actores de cine y teatro convencional, por no decir la inmensa mayoría, suscriben esta última apreciación, y la justifican negando categóricamente que el trabajo que llevan a cabo los actores X sea interpretar.

La naturaleza y los límites de la llamada interpretación están fijados, una vez más, por cánones tácitamente establecidos, pero no muy concretos a juzgar por la carencia de términos clarificadores que se da a la hora de definir el término. Vagamente se supone que un actor interpreta cuando establece con el espectador, de forma unívoca y unidireccional, una transmisión de tipo emotivo reconocible por éste. El actor transmite sentimientos y emociones, a veces incluso ideas cognoscibles, a partir de unas pautas escritas o acordadas de antemano. El simple traqueteo mecánico del actor X no entra pues dentro de esta definición. Hasta aquí las explicaciones que nos ofrece la versión oficial del arte dramático.

Pero inmediatamente, y sin poner mucho esfuerzo por nuestra parte, vemos cómo esta visión de las cosas está aquejada de una grave miopía. En primer lugar, tendríamos que entrar a valorar si un actor de teatro incapaz en un cierto momento de transmitir una determinada emoción, tiene un mal día, es un mal actor o simplemente no es un actor, ya que el presupuesto más importante de su función no se ha dado. Lo mismo opinaríamos de un bombero tontamente incapaz de dirigir el agua de su manguera hacia el edifico en llamas. También deberíamos considerar si, dado este caso de incapacidad de transmitir lo pautado, no recibirá el público acaso otra información emotiva más estimulante, o no, pero otra emoción en cualquier caso, y perfectamente válida pues el espectador no es necesariamente conocedor de lo pautado. Esto es así porque perteneciendo ambos, emisor y receptor, al nutrido grupo de la especie humana, y por lo tanto intercambiadores de flujo empático, difícilmente podrán sustraerse a la recepción de un cierto tipo de emoción cuando se hallen delante no ya de un actor, sino de cualquier congénere.

Un ejemplo ilustrativo lo encontramos en la asombrosa popularidad que a menudo alcanzan entre el público actores tenidos como malos por los entendidos en la materia. El gran público no acostumbra a preocuparse por las nimiedades técnicas, y si se llevara a cabo una encuesta multitudinaria acerca de quiénes son los máximos merecedores del título de actor, o de buen actor, probablemente los defensores de la ortodoxia interpretativa se llevarían una desagradable sorpresa. La popularidad de un actor se debe a menudo más a su carisma y atractivo físico que a su técnica y talento interpretativos, y por muy lamentable que esto pueda ser, nada puede hacerse en contra.

En último lugar, deberíamos preguntarnos si el intérprete de una escena X no está transmitiendo ninguna emoción, por superficial y epidérmica que ésta sea. La profundidad conceptual de lo transmitido es una cuestión de grado —y muy discutible en sí, como todolo profundo— y estaría fuera de lugar exigir la transmisión de ideas y sentires abismales a un actor X, así como tampoco se le exige al actor de una película de tiros. Por supuesto, no estoy ni mucho menos pretendiendo desmerecer las virtudes interpretativas del actor inteligente y con talento, capaz de transmitir una amplia variedad de registros mediante sutiles matices de voz y de gesto. Una gran interpretación es un trabajo admirable, y para conseguirla se necesita mucho talento y un gran esfuerzo intelectual y a menudo físico, y la satisfacción que siente el espectador capaz de apreciarla es perfectamente equiparable a la del melómano ante un virtuoso de la música. Pero que haya existido Thomas Mann no significa que el autor de novelas del oeste de consumo rápido no sea un escritor, y la actividad de este último no degrada la condición de aquél. Y aún más: es muy necio pensar que un escritor de noveluchas del oeste está incapacitado de por vida para obsequiarnos algún día con una obra, o muchas, de gran calado intelectual, ¿o es que acaso es imposible?… ¿cuántos autores considerados de género menor en su tiempo habitan ahora el Parnaso de los músicos o de los poetas inmortales?...

Los límites y la esencia del trabajo interpretativo son pues vagos e indefinibles. Con cierto pesar romántico adquirido tras muchos años de disfrutar de interpretaciones admirables –qué más quisiera yo que sólo fueran actores los buenos actores, y periodistas los buenos periodistas–, me veo obligado a afirmar que, un actor es, apreciaciones de calidad y caché aparte, aquel que se dedica profesionalmente a actuar, esto es, aquel que acumula un número tal de interpretaciones que cualquier otra dedicación queda desplazada durante prolongados períodos de tiempo a un segundo término. Resumiendo: la dedicación y no la técnica es la que concede el título. Esta no es una definición excluyente, no pretende aseverar que el actor esporádico no sea actor, simplemente no se afirma ni se desmiente, y en última instancia prefiero admitir que también lo es, ya que prefiero pecar por exceso que por defecto, y creo que toca a los que lo tienen más claro que yo demostrar que no lo es. Pero aquel que se dedica profesionalmente a la actuación, desde luego es un actor, se mire por donde se mire.

Así pues, ante artistas como Queeny Love, Kasey Chase, Cytherea, Dillan Lauren,Sasha Blonde, Priscilla Milan y otras muchas que han participado en docenas e incluso centenares de películas, con gran éxito de público, un público incapaz honestamente de firmar un documento por el cual negase la existencia de un vínculo empático con ellas, ante personas, digo, que ejercen normalmente ante las cámaras un trabajo dirigido a suscitar estímulos en el espectador, ¿cómo seguir sosteniendo su condición de no actrices o, insisto en el término, de no artistas? Detengámonos por un momento en Queeny Love: yo, que he seguido su evolución en internet desde los inicios, puedo afirmar que nos encontramos ante mucho más que una actriz porno: Queeny Love no es sólo una mujer muy hermosa, sino una artista autosuficiente e innovadora. Sus performances grabadas en vídeo son mucho más interesantes que la gran mayoría de películas actuales, ya sean X o no X. Si Marshall McLuhan aún viviera y pudiera verla seguro que quedaría fascinado por su trabajo, esa conjución de performance/internet/video/pornografía que configura un nuevo medio para una nueva era. Queeny Love merece un reconocimiento mucho mayor y estoy seguro de que algún día lo obtendrá.

Cualquier crítica adicional que haga referencia a la ausencia de trabajo actoral en un resultado escénico consecuencia de un placer físico real no es más que la censura moralista que intenta relegar a la actriz X al burdel, pues a nadie le importa si la risa de un actor en escena es consecuencia de un gozo real o fingido. Lo único que importa es la capacidad de generar esa risa. Y no es tan importante lo que interprete el actor como lo que interprete el público acerca de lo que está interpretando el actor. El público tiene pues, en esto, la última palabra.

Yendo más allá: ¿depende de una sola escena o de toda una película la clasificación como X de un actor?, es decir, ¿puede un actor convencional interpretar una escena X integrada en la estructura de una película convencional? Si por escena X entendemos la concatenación de uno o más planos que exhiban la práctica de sexo explícito y detallado, vemos que la posibilidad de darse en una película convencional no sólo no es impensable, sino que se ha dado en ocasiones. Es significativo que dichas ocasiones sean escasas, y habría que preguntarse el porqué. La intención de llegar a todos los públicos no es compartida por todas las películas, y sin embargo, incluso en las concebidas para un público adulto, se demuestra una clara indisposición para incluir sexo explícito en ellas. La jerarquía de normas preestablecida por la industria impone el precepto compartido por muchos de que el sexo no tratado de forma sutil y sugerida es estéril intelectualmente, poco digno del cine con pretensiones de Arte. Se reivindica el erotismo como sublimación de un deseo de ver y se condena ese deseo. Se cree que dos actores que interpreten una escena erótica en una película convencional sí pueden dar, a diferencia de la escena X, ese registro transmisor de emotividad que al que antes hacía referencia.

El sexo por el sexo sería, siguiendo esta línea de razonamiento, algo vacío, falto de interés y a la sazón sucio, no digno de ser mostrado en público, si no es dentro de los parámetros marginales de lo X y enfocado hacia un público vicioso, de moral relajada. Curioso juicio nacido de la hegemónica mentalidad social que por otro lado no cesa en insistir en los logros conseguidos por nuestra cultura normalizadora y naturalizadora del sexo. Una muestra más de doble moral que también tiene sus correspondencias en la educación. Los vídeos educativos que se muestran en las escuelas con el afán de proporcionar información sexual a los chavales están, en primer lugar, dirigidos a un segmento de público postpúber, ignorando la sexualidad de los más pequeños y recurriendo al mojigato pretexto de la no conveniencia de impartirles este tipo de educación, por innecesaria, ajena e incomprensible para ellos; y en segundo lugar, ridículamente concebidos en la forma, prefiriendo siempre la representación simbólica y el dibujo animado a la imagen nítida con actores reales, manifiestamente prohibida. Curioso tipo de educación, impensable en otros ámbitos, donde a nadie se le ocurría discutir que es mucho más eficaz, por ejemplo, la enseñanza de los minerales con muestras reales o fotografías que con dibujos o acuarelas de los mismos. Si el sexo no puede mostrarse con una claridad sin tapujos, ¿a qué hablar de él?, ¿acaso ocultar algo es la mejor manera de mostrarlo?, ¿o por ventura la verdadera intención no radica en la educación sexual, sino en la temprana introducción en los encantos del sugerente erotismo? Nótese que no estamos hablando, por cierto, de mostrar dibujos animados a niños de cinco años, sino a inquietos adolescentes, mucho mejor informados de lo que un ñoño responsable de educación es capaz de admitir, seguramente asombrados ante el espectáculo disneyficante que se les muestra y, desde luego, perfectamente merecedores de una educación más clara y con menos subterfugios.

Carlos Atanes
Barcelona, 2001 - Madrid, 2009


///





ENTREVISTA A MANUEL VALENCIA
Realizada por Raúl Minchinela y Joaquín Sánchez.
Transcrita por Joaquín Sánchez.
http://www.rusc.net/~joan/contraweb_01/valencia.html


Manuel Valencia ha representado a la prensa cinematográfica lo que Santiago Segura y Alex de la Iglesia al cine mismo: ha dado la patada y ha entrado sin llamar en los grandes medios. Comenzó publicando un fanzine por su cuenta y riesgo: 2000 Maníacos, que trata del cine de serie B y del cine X equilibrando la documentación con la ironía propia del medio y pasa por ser uno de los mejores de Europa. Ahora colabora en revistas y en radio, además de dirigir una colección de libros sobre los mismos temas, e incluso ha sido autor de algunos: VIDEOGUÍA X, TRACI LORDS y BREVE HISTORIA DEL CINE X son sus aportaciones literarias por el momento. La siguiente entrevista telefónica, concedida en exclusiva a Contracultura, nos revelará un poco más del padre espiritual de La Cämara Enferma.
Cc: ¿Es difícil ser un pornófilo/pornófago confeso?
V: No , no es dificil , lo unico que no hay que tener es vergüenza.
Cc: Pero sigues viviendo con tus padres...
V: Lo que ocurre es que llevas una doble vida, por un lado vida tranquila y por otro el lado desaforado del consumidor de porno. Aquí concretamente, en Valencia, en las carteleras Turia, que es la única que mete crítica seria de porno, los dos críticos firman con seudónimo
Cc: Que es algo que no haces... ¿tu consideras vergonzoso que alguien escriba con seudónimo?
V: Lo considero como una doble moralidad, no lo considero demasiado serio, creo que el hardcore es un género más a reivindicar, y un poco firmando con tu propio nombre las críticas pues... por ahí se empieza, es una cosa de la que tú mismo te empiezas a preocupar.
Cc: ¿Cuándo descubriste esta pasión desbordante?
V: Creo que hace unos 6 ó 7 años, justo cuando empecé a hacer el fanzine 2000 Maníacos, quizás un poquito antes. Entonces fue cuando empecé a interesarme por el tema y poco a poco pasé de ser un simple aficionado a ser un... no, no me gusta la palabra crítico... a informarme un poco más: el star-system, los directores, toda la historia. Yo creo que después de 7 años te puedes considerar con un nivel de cine X aceptable.
Cc: øCómo nacio 2000 Maníacos?
V: Yo hacía un programa en una radio libre de aquí que se llama radio FUNNY y hablaba un poco de todo: fanzines, cine porno, cine de terror, etc, y a partir de leer e informarme, me di cuenta de que no había ningún fanzine dedicado al cine fantástico y de terror, así que me lié la manta a la cabeza y dije “voy a hacer el fanzine que a mí me gustaría comprar” y adelante, poco a poco; le ha costado seis años perfilarse y encontrar su identidad, y ahora mismo es un fanzine que tiene una presencia.
Cc: He leído que pasa por ser uno de los mejores de Europa.
V: Pues es un buen piropo, aquí en España hay un buen nivel de fanzines, esta el ANABEL LEE, el ZINESHOCK, cuyos dos últimos numeros son bastante interesantes y muy profesionales . Es el problema que tenemos los fanzinerosos, que nos tomamos demasiado en serio nuestra criatura y pierde un poco la frescura, es más mainstream, más adocenada y acaban absorbiéndonos: Balagueró esta haciendo cortos y pronto hará alguna película, Rubén Lardín esta haciendo críticas porno en el Chic y en el Hustler y yo también estoy por ahí haciendo cosas.
Cc: Haces muchas cosas: trabajas en revistas , en radio...
V: Sí, y dirijo la colección SERIE B de editorial Midons. Un poco lo que hago ya es no dormir.
Cc: Es imposible leer el 2000 Maníacos sin echar unas carcajadas. ¿Por qué es tan divertido hablar del cine barato?
V: Pues porque los aficionados somos los primeros en darnos cuenta que no hay que tomárselo en serio: es un género malo, desvergonzado, que tiene su propio código de narración, de efectos especiales, etc., y un poco el hacerlo malo, barato y con pocas pretensiones es su interés, y es divertido. Por ejemplo: hay mucha diferencia entre el primer Sam Raimi de Posesión Infernal y el de Rápida y Mortal, ha cambiado todo. Es bueno reírse de uno mismo y reírse del cine que ve, no tomárselo todo en serio.
Cc: Las personas están obligadas a expresarse con falta de medios, con presupuestos bajos, a menos que te encuentres un productor y lo convenzas, y aún con todo eso suele distorsionar tu obra. Las películas baratas, las maquetas, los fanzines,... ¿Reside en lo cutre la esencia del arte?
V: yo creo que sí, lo cutre es arte, claro que sí, ¿por qué no?. Díselo a ANDY WARHOL, que era tan cutre que acabó hiperbolizando el arte. Todos los peores creadores, ya sean Ed Wood, cierto Jesús Franco,... tienen su gracia en lo que hacen.
Cc: vista TRACI LORDS en "Los Asesinatos de Mamá" a las órdenes de JOHN WATERS, ¿es decadencia de ellos, es degeneración social o es la sublimación del cine de serie B?
V: Yo creo que es la sublimación del cine B, por supuesto, además es la sublimación de dos personajes que crecieron mamando la serie B. Por un lado John Waters, que empezó haciendo cine de serie Z en sus primeras películas, ya sea Pink Flamingos, etc... con DIVINE, y por otro lado Traci Lords, que al final han tendido a encontrarse. Lo que pasa es que Traci renegó de todo su pasado de cine porno, pero John Waters no, la tomó siempre como una musa, hasta que al final ha contado con ella para hacer dos pelis. Lo que pasa es que Waters también ha ido apartándose de sus principios, porque ahora hace pelis totalmente convencionales que puede ver todo el mundo.
Cc: ¿No notas que los héroes actuales tienen un pasado que acobardaría a sus espectadores actuales? ¿No crees que si a los espectadores de Los Asesinatos... les clavaran en una sesión doble otra pieza de la filmografía de Waters vomitarían en la butaca?
V: Yo creo que sí; lo primero que dirían es que eso no es del mismo director, cuando yo creo que sí se notan ciertas constantes si ves sus primeras películas y las últimas. Lo que pasa es que los medios maquillan un poco todo esto y se pierde la frescura.
Cc: la VIDEOGUIA X establece una primera aproximación a la crítica sistemática de este tipo de películas, pero sin perder el humor característico de 2000 Maníacos. ¿Cómo se acerca uno a este tipo de cine, se olvida de las hormonas o les da máxima importancia?
V: Es un poco al 50 por ciento, las hormonas siempre son importantísimas pero no puedes ser pornófago al cien por cien: si una película de los años 70 fue importante en su momento, porque supuso una revolución o abrió nuevos cauces narrativos, hay que reconocerlo, aunque 25 años después haya perdido parte de su fuelle onanista, mientras que cualquier tontería italiana de hoy en día no aporta nada nuevo pero te puede dar para cinco o seis pasatiempos hormonales onanistas. Hay que encontrar el equilibrio y saber reconocer unas cosas y otras, y si se sirve con un poco de sentido del humor pues mejor, que no hay que tomarse nada demasiado en serio.
Cc: En la VIDEOGUIA X el humor es superlativo. ¿Buscas el humor cuando haces las criticas?
V: No es pretendido. Además al final acabé tan cargado de escribir que si ha salido humor casi es una cosa rara.
Cc: ¿Te consideras un freaky?
V: Sí , un poco sí que me considero un freak, pero un freak sociable, porque últimamente llevo una racha de conocer gente insociable... todos los subgéneros, cine de terror, porno, música alternativa,... tienden a juntar freakies, y acabamos desatados.
Cc: ¿Qué encuentras más excitante, una película divertida o una de numeritos arriesgados del tipo doble anal, etc...?
V: Una de numeritos arriesgados: ya está todo bastante trillado y yo quiero que me sorprendan, por eso me gusta bastante lo que esta haciendo ROCCO SIFREDI en las películas que dirige, que está sorprendiendo, yendo mas allá en lo salvaje.
Cc: ¿Cómo afrontas tu caso, es obsesión o es adición?
V: Es un trabajo, que empezó siendo adictivo, y que ahora estoy intentando vivir de esto. Empezó como afición, en los comienzos es bastante adictivo, te enganchas al star system, que es lo que todos los pornófagos defienden por encima del porno de autor, pero al final acabas yendo un poco mas allá y te interesas por las películas de MARIO SALIERI, GERARD DAMIANO, etc...
Cc: La gente tiende a considerar el porno como un subgénero porque ha visto mucha película mala. ¿Cuál fue la primera película que viste? ¿Crees que es importante la primera película que ves?
V: No recuerdo exactamente cual, pero creo que fue alguna de Traci Lords: así luego he acabado haciendo un libro de ella
Cc: ¿Crees que el porno está mal considerado porque la mayoría de gente sólo ve películas malas?
V: El porno es un género más, como el western o el musical, lo que pasa es que a lo mejor sólo has visto las malas, porque cuando la gente va al videoclub no se preocupa de lo que coge. En el porno el nivel de películas malas o deplorables es abrumador: la única forma de evitarlas es informarte por el boca a boca o por revistas especializadas. Ahora se están haciendo cosas bastante buenas, pero en porno, los clásicos prácticamente no existen.
Cc: ¿Por qué las películas americanas son tan aburridas por lo general? ¿Qué separa al publico alemán del americano?
V: Hombre, ahora los americanos están adoptando la moda europea, están rodando en 35 mm y están sacando actrices realmente atrevidas, que es lo que ha caracterizado en los últimos años al cine europeo, sobre todo al italiano. Han importado por ejemplo el sexo en grupo y las gang-bangs de PRIVATE, pero como en todo los americanos lo que copian lo hacen mucho mejor que el original. Pero como siempre se ha dicho, y no vamos a desmentirlo, en Europa siempre se ha hecho el porno sucio, donde siempre hay anales, dobles penetraciones... es más atrevido porque puede haber de todo, y el americano siempre ha sido mas light, con sus modelos que se limitaban a hacer su numerito heterosexual y ya está. Fue a mediados de los 80 cuando entre el bombazo del vídeo y la era Reagan el porno alcanzo sus más bajas cotas de calidad.
Cc: Cuando sacasteis el número 13 del 2000 Maníacos, que se agotó enseguida, fue cuando empezó toda la movida de sacar libros: BREVE HISTORIA DEL CINE X, la BIOGRAFÍA DE TRACI LORDS, la VIDEOGUíA X,... Cuéntanos cómo empezó todo
V: Bueno, después del especial porno y del éxito que tuvo fue cuando se me reconoció entre comillas, y cuando la gente empezó a tenerme en cuenta como escritor o cronista de cine X. Después me llamaron del KISS COMIX para hacer una sección donde cada mes hablaba de una estrella, y a partir de eso me propusieron hacer la VIDEOGUÍA X. Surgió de una editorial de aquí que empezaba, y como lo de la VIDEOGUÍA les salió bien, me hice cargo de la colección, y estamos sacando libros de cine de horror y de sexo, y más tarde me llamaron de Glénat para hacer lo de la BREVE HISTORIA... Una cosa trae a la otra, fue todo rodado.
Cc: ¿Cuál fue mas duro de escribir?
V: La VIDEOGUíA X, porque cuesta mucho trabajo, y es un trabajo agotador, son 1000 películas y acabas extasiado en todos los sentidos. Lo de TRACI fue más un divertimento, lo hice con EDUARDO GUILLOT y lo hicimos en plan “vamos a hacer algo que nos divierta”; y la VIDEOGUÍA la hice con SERGIO RUBIO, también de 2000 Maníacos, y fue como un pasatiempo, es como un libro de cabecera y tampoco es demasiado exhaustivo, cubre un poquito de todo: directores, actrices, películas; pero tratado de un modo muy ligero. Además la VIDEOGUÍA fue mi primer libro, y siempre te lo tomas más en serio.
Cc: El próximo 2000 Maníacos lo habéis anunciado como un especial porno; ¿cuándo y cómo?
V: Bueno, pues... me estoy poniendo ya en serio, o sea, me estoy concienciando, pero no tengo tiempo, a ver si aprovecho las fallas y la semana santa y lo hago. Ya tenemos todo el material; es cuestión de ponernos y decir que lo hacemos. Yo creo que en un par de meses saldrá. Lo que esta claro es que vamos a seguir seguro.
Cc: Lo que veo es que de los dos últimos números que he leído, solo había una entrevista tuya: no tenían ningún articulo firmado por MANUEL VALENCIA
V: Si es que ahora me esta absorbiendo bastante la colaboración con revistas y tal, que es más gratificante a nivel económico, que es lo que te hace tener a final de mes las judías a salvo. Ahora hay más gente que se ocupa del fanzine, porque antes tenía que hacerlo yo todo.
Cc: viendo que ahora el cine B esta llegando a más gente, por ejemplo en España con SANTIAGO SEGURA y ALEX DE LA IGLESIA, ¿no es descorazonador para los padres ver que los hijos admiran a este tipo de personajes?
V: ( risas) Creo que sí, que es un poco como la ruina de la sociedad occidental, pero me parece genial. Que gente que empezó haciendo cortos basura como Santiago, u otros que no se sabe ni en qué condiciones como Alex acaben haciendo películas y siendo famosos. Es el triunfo de la serie B, que siempre seguirá siendo serie B. Es aleccionador para que la gente se anime y se lance a hacer cosas. Es como lo que nos pasa a los fanzinerosos, que empezamos haciendo un fanzine con fotocopias y una grapa y vendiéndolo a cien pesetas y ahora estamos escribiendo libros: es delirante. La gente tiene que animarse y hacer cosas, además ahora que corren malos tiempos para la creación cultural con todo lo que se nos viene encima.
Cc: ¿Crees que una persona decente puede pertenecer a un club de fans de una actriz porno?
V: Sí, pero me parece un poco rizar el rizo. A mí me caducó hace poco el carnet del club de fans de MONIQUE GABRIELLE, una de las reinas del grito (Scream Queens). Pero no era tanto por ser un fan loco, de estos que se gastan el sueldo comprando fetiches, sino por tener acceso a una información bastante restringida, ya que las actrices editan un boletín para el club de fans con cantidad de cosas a las que sólo puedes acceder a través de ahí: es la única forma de acceder a un mundo que, si no, lo tienes cerrado. Pero bueno, la gente que está en estos clubs, se va un poco de la olla.




///