20/1/10

1930-39


está pelín descoyuntado pero aquí hay algunas películas
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La Tierra (1930) Alexander Dovhzenko. Dijo Petrarca que quien puede decir cuanto ama, pequeño amor siente. Esta magnífica sinfonía de la tierra y la alegría de vivir deja en evidencia a las palabras, que se desmayan ante su grandeza. No se le puede hacer algo de justicia a esta obra maestra del cine por la que uno siente la enorme gratitud de estar aún vivo. Poesía desde las entrañas de la tierra y del corazón humano.
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La edad de oro (1930) de Luis Buñuel es la película surrealista por antonomasia, profundamente subversiva y liberadora, en la que el gran director español crea algunas de las imágenes más memorables de la historia del cine.
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El ángel azul (1930) de Josef Von Sternberg es el descubrimiento de Marlene Dietrich en un papel de mujer fatal y seductora, hábilmente dirigida y fotografiada por su mentor.
El ángel azul (1930) Josef Von Sternberg. Con el sonoro, durante un breve período, se rodaron versiones de una misma película en varios idiomas. Gracias a su restaurada edición en doble dvd se puede disfrutar (y padecer) con la versión original en alemán y la versión original en inglés de este clásico en el que un maduro Emil Jannings cae en las redes de una mujer fatal, Lola Lola, interpretada por Marlene Dietrich.
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Bajo los techos de París (1930) René Clair. Una película con encanto, que siendo sonora utiliza sobre todo los recursos propios del cine mudo, y resulta un verdadero placer. Deliciosa.
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La aldea maldita (1930) Florián Rey. Probablemente la mejor película del cine mudo español. El autor finalmente la sonorizó en Francia, y años más tarde realizó una versión que palidece ante el original, aún siendo completamente sonora y realizada con más medios. 
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Vampyr (1931) Carl Dreyer. Del maestro Dreyer sólo se puede esperar una película magnífica o una obra maestra, un auténtico monumento al cine y a la vida. Clásico del terror.
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Tabú (1931) F.W. Murnau. La última de las obras maestras de Murnau contó con la producción y colaboración del pionero del documental Robert J. Flaherty. Es una película maravillosa, llena de la gloriosa poesía que hizo de Murnau uno de los directores imprescindibles de la historia del cine. Murnau murió poco antes del estreno de la película... se dice que profanó un lugar considerado tabú.
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M, El vampiro de Duseldorf (1931) de Fritz Lang, pocos directores tienen tantas obras maestras como el inquietante Lang, y ésta joya terrorífica, lóbrega, refleja los temores de una época con una profundidad y una maestría apabullantes.
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Muchachas de uniforme (1931) Leontine Sagan. Una de las películas más sublimes de su época, este alegato a favor de la pasión, del amor, más allá de las rígidas convenciones y la cortedad de miras, supone un hito en la representación del deseo femenino hacia otras mujeres, pero sobre todo es una película que trasciende las épocas e incluso su argumento (sensual y delicadamente desarrollado con una labor de dirección magistral) alcanzando lo universal a través de lo particular.
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Viva la libertad (1931) René Clair. El talento de Clair, una vez más al servicio de una película deliciosa, pero con su carga social y crítica evidente, aún en su comicidad, inspiró sin duda a Chaplin enTiempos modernos. Clair se sintió halagado por servir de inspiración para el gran Chaplin, y hoy en día ambas películas son sencillamente clásicos.
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Un gran reportaje (1931) Lewis Milestone. La primera adaptación quizá queda un poco por detrás de las dos siguientes, auténticas obras maestras, pero constituye una película muy digna, con multitud de aciertos, a fin de cuentas Milestone era un buen director y sabía lo que hacía.
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Vampyr (1932) Carl Dreyer (los hallazgos de Dreyer son impagables, como sus obras maestras, y aquí hay una nueva muestra de lo que es el arte cinematográfico, quizá con decir que es una película de uno de los mejores directores de la historia del cine...)
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Vampyr, de Dreyer
_Gracias a un amigo he logrado ver, en un lujazo total de pack con doble dvd y libreto con 100 páginas, Vampyr, una de las obras maestras del gran maestro del cine Carl Theodor Dreyer. Este hombre, como quien no quiere la cosa dejó para la historia títulos como la algo olvidada pero magnífica Mikael, y obras maestras como la muda La pasión de Juana de Arco, y las sonoras La palabra (Ordet), y Gertrud, sin olvidar Dies Irae.
_Como este buen hombre era de esos artistas tocados por la gracia divina, ver una película de Dreyer es un acontecimiento al que se acude con reverencia, consciente de que uno está ante algo sagrado y maravilloso. Y uno espera lo sublime, y no lo encuentra, encuentra aún más, porque Dreyer todavía nos da más de lo que pudiéramos esperar, tal es su grandeza, su misterio, su maestría. Un artista.
_Desde hace décadas, Vampyr hace correr ríos de tinta que no pueden expresar la obra maestra, increíblemente audaz y moderna todavía, recordar que se filmó hacia 1932, que sigue siendo. Dreyer hizo un clásico del terror (muy imitado por cierto) y una película de vanguardia como quien respira, ahí es nada.
_Yo me siento incapaz de escribir algo a la altura de una obra así, simplemente todo se queda corto. Dreyer nos lleva muy lejos, como en cada película suya. Si tuviera que puntuarla le daría 11 sobre 10. Obra maestra es poco. Es aún más que eso, indaga, recorre, atraviesa, hurga en el misterio terrible y gozoso de la vida.
_Vivir para ver Vampyr, y no poder contarla, por suerte, pero sentirla en cada poro del alma. Superior a las palabras, la razón de que exista el cine y sea un arte.
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La parada de los monstruos (1932) de Tod Browning. Una obra maestra del séptimo arte (o quizá octavo que la fotografía nació antes) y una cima humana de envergadura. Sus personajes y la historia son inolvidables.
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Boudú salvado de las aguas (1932) Jean Renoir. Deliciosa, desenfadada, encantadora y pícara película que es una pequeña maravilla del maestro Renoir, que con tanta genialidad logró transmitir la alegría de vivir.
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Scarface. El terror del hampa (1932) Howard Hawks. Una obra maestra del cine sobre gánsteres, una demostración más del talento de uno de los mejores directores de la historia del cine. No hay más que ver su abundante y magnífica filmografía para descubrir, sin dudarlo dos veces, a un director enorme, a un maestro
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King Kong (1933) Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. Las modernas versiones de King Kong, por muchos efectos sofisticados que empleen, incluso las técnicas digitales, carecen del encanto y aliento lírico de este clásico que conjuga la aventura, el terror, la exuberancia poética y un latente erotismo que hacen de esta obra imperecedera (y que nunca podrá ser igualada o superada) una de las películas imprescindibles en la historia del cine.
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El hombre invisible (1933) James Whale (un clásico de un gran maestro de la dirección, James Whale, que por si no había entrado en la historia con Frankenstein aún insistió en realizar películas maravillosas como ésta y La novia de Frankenstein)
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L'atalante (1934) Jean Vigo. Maravilloso clásico del cine francés que arrebata de pura poesía. La prematura muerte de Vigo fue una tragedia. Esta bella y poética película se compara a veces con la también maravillosa Amanecer de Murnau.
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La cena de los acusados (1934) W.S. Van Dyke. Una deliciosa comedia detectivesca que es un pequeño clásico de las grandiosas comedias americanas de los 30. Además el comienzo de una exitosa saga.
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La alegre divorciada (1934) Mark Sandrich. Un gran clásico del musical con la mítica pareja Fred Astaire y Ginger Rogers, magníficos secundarios y una combinación con la comedia muy lograda. Una delicia inolvidable.
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La gran aventura de Silvia (1935) de Cukor, es una pequeña joya en las magníficas filmografías de George Cukor, Katherine Hepburn y Cary Grant. Deliciosa, divertida y hecha con ese cariño tan especial de tantas películas antiguas rodadas en blanco y negro.
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La novia de Frankenstein (1935) James Whale (por una vez en la vida una sequela digna, incluso quizá mejor que el original, una joya para la eternidad, memorable)
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Una partida de campo (1936) de Renoir, es una de las películas de las que llevaba años oyendo hablar maravillas, y con toda la razón. Es deliciosa, una joya del cine como quizá no haya otra jamás. Me ha dejado tanta miel en el alma... Me parece poco decir que es una obra maestra, es un canto a la vida tan delicado, fluye en ella tanta poesía, belleza y ternura que se siente la dulce brisa del campo y la verdadera alegría de vivir. Y es extraña la vida, pues esta película la hicieron entre Renoir y el azar, pues en realidad no llegó a terminarse y se quedó así, realmente sin un segundo de más ni de menos, apenas un mediometraje, pero de una hondura conmovedora, de una belleza tan desbordante... Me ha costado verla con subtítulos porque cada palabra me robaba parte de imágenes dignas sucesoras de Renoir padre, y perderme las maravillosas interpretaciones en francés también es derramar miel al mar... realmente ¡qué pena no saber francés para disfrutarla del todo! Ah, ahora que recuerdo... hay otra película que tampoco está terminada y es una obra maestra, se trata de El sur, de Erice, que debía tener toda una segunda parte casi de la duración de la actual, pero el productor dijo que hasta ahí y así se quedó... desde entonces Erice y el productor, ya no hacen migas, claro, sin embargo quizá así hemos ganado una película a la que en realidad no parece faltarle, valga el fácil juego de palabras, el norte.
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::: En alas de la danza / swing time, de George Stevens (1936)
El cine puede ser testimonial, realista y comprometido, o un entretenimiento sin más, lo que no es poco cuando esa diversión, alegría, esos momentos deliciosos nos los ofrecen una pareja tan maravillosa como Fred Astaire y Ginger Rogers en esta comedia musical. Aunque esta gran pareja de bailarines quizá tuvo en "Sombrero de copa" su obra maestra, "En alas de la danza" tiene el encanto que les hizo famosos, y se ve con una sonrisa... Ah, no me resisto a dejar de reivindicar el gran talento para la comedia de Ginger Rogers, que demostró sobre todo en el clásico "Me siento rejuvenecer", allí junto al gran Cary Grant...
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Al servicio de las damas (1936) de Gregory La Cava. Es una comedia clásica, que merecería ser más conocida, pues está muy lograda, posee un toque propio que no se queda corto ante el gran maestro Lubitsch. Una maravilla.
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El bosque petrificado (1936) de Archie L. Mayo es una insólita película basada en una obra de teatro en la que aparece una Bette Davis soñadora (alejada de sus célebres papeles) y un actor entonces desconocido en busca de una oportunidad (que le llegó de la mano de Leslie Howard) un tal Humphrey Bogart, que hace de tipo malo.
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Sabotaje (1936) Alfred Hitchcock. Una de las mejores películas de la etapa inglesa del maestro del suspense. Puro Hitchcock, cine del que hace amar el cine.
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La reina de Nueva York (1937) de William A. Wellman, es un ácido y desternillante clásico de la comedia americana de los 30, interpretada maravillosamente por la magnífica Carole Lombard y por un no menos estupendo Fredric March. Aunque no lo bastante conocida, es una joya.
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Damas del teatro (1937) Gregory La cava. Es una obra clásica de la comedia americana, con grandísimas actrices como Katherine Hepburn y Ginger Rogers, además de unos chispeantes diálogos que hacen las delicias del público gracias también a la habilidad de un director de indiscutible talento (como corrobora su clásico Al servicio de las damas) aunque no lo bastante valorado como La Cava. Una joya.
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Siempre Eva (1937) Tay Garnett. Entre las joyas de la esplendorosa comedia norteamericana de los 30 se encuentra esta maravilla ambientada en el mundillo del cine de un director a reivindicar urgentemente: Tay Garnett.
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ha nacido una estrella (1937) de William A. Wellman, es una buena película (aunque es más conocida la versión del mismo título dirigida por Cukor, de quien parte en cierto modo la historia) sobre la decadencia y ascensión a la fama, en este caso en Hollywood. Un drama bien interpretado por Fredrich March y Janet Gaynor. Una versión restaurada haría justicia a la calidad del film.
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Alexander Nevski (1938) Sergei Eisenstein. La magnífica simbiosis entre imagen y música, muestras depuradas del talento de dos creadores del talento de Eisenstein y Prokofiev, no es la única razón que eleva esta película a la categoría de clásico, pues para la historia del cine queda la secuencia de la batalla...
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Eternamente tuya (1939) Tay Garnett. Esta película es una de las joyas escondidas en la filmografía de Garnett, con un argumento original, atractivo, que el director sabe llevar sacándole todo el partido posible. Muy bien interpretada, se trata de una comedia muy agradable.
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Mamá a la fuerza (1939) Garson Kanin es una comedia muy digna con David Niven y una estupenda actriz muy dotada para la comedia, Ginger Rogers, a quien sin embargo se recuerda sólo como pareja de baile de Fred Astaire, ¡qué injusticia!
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locos del aire (1939) con Laurel y Hardy, dirigida por Eadward Sutherland, es un clásico de la comedia con la irrepetible pareja del gordo y el flaco, que hacen de las suyas en la legión extranjera. Es más famosa su época con Hal Roach, pero esta película tiene momentos geniales y posee verdadera alegría de vivir.
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Sólo los ángeles tienen alas (1939) de Hawks, (con Cary Grant, Jean Arthur y una Rita Hayworth que no puede dejar indiferente a ningún hombre al que le gusten las mujeres) es una película ágil, dinámica, física e incluso tópicamente masculina en la tradición clásica del director, pero también aborda con bastante franqueza las cosas verdaderamente importantes y trascendentes en la vida, la amistad, el amor, la lealtad, el deber, y sus contrarios, la traición, el odio... Sentimientos y vida sin maquillaje.
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Amarga victoria (1939) Edmund Goulding. Una de las interpretaciones más memorables de Bette Davis en esta obra maestra del melodrama rodada en uno de los mejores años del Hollywood clásico, quizá por eso algo a la sombra de películas más recordadas.
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::: La historia del último crisantemo / zangiku monogatari, de Kenji Mizoguchi (1939)
El cine japonés, y el oriental en su conjunto, fue ignorado en occidente hasta los años 50, pero esta magnífica película demuestra no sólo el talento y la delicadeza de Mizoguchi sino lo que el resto del mundo nos estábamos perdiendo. La historia del último crisantemo es una película tan humana, profunda y bien hecha que hace palidecer por su maestría a tantas que carecen de su sensibilidad y amor por el detalle, la historia, la composición, la fotografía y los personajes. Aunque las películas de Mizoguchi pueden calificarse como dramas, su mirada humanista hace del camino del corazón, por adverso que sea, una victoria sobre las mediocridades, mezquindades y obstáculos sociales o familiares. Sólo añadir que Mizoguchi es un director excelente y esta película una obra maestra.
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